CAPÍTULO DIECIOCHO: Song For you.

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»Nunca hubo abrazos, caricias ni besos. Ninguna tipo de muestra de afecto. Yo me preguntaba la razón de su indiferencia, del odio en sus ojos. Las madres de los otros niños se veían tan cariñosas y ella...

La voz de YoonGi se quebró por un segundo.

— Yo solo quería que alguien me quisiera así como querían a los otros niños y un día pensé que había alguien que lo hacía. Aquélla maestra me parecía ser la persona más buena del mundo y yo era un niño que no sabía nada. Lo que ella me hizo... tarde otros tantos años más en asimilarlo, en comprenderlo. Me tomó mucho entender que lo que había visto como una muestra de amor no era sino lo mismo que mi madre había sufrido al concebirme.

Namjoon lo comprendió de inmediato y se horrorizó solo de imaginar a un pequeño YoonGi siendo abusado por una mujer que en dado caso debía cuidarlo. El mundo era un lugar demasiado retorcido.

— Pero lo merecía —dijo— yo me lo merecía. Le hice esas cosas horribles a mis compañeras. Nunca lo hice intencionalmente pero después de todo llevo la misma sangre que ese hombre. Los monstruos solo pueden engendrar a otros monstruos.

— No comprendo lo que...

— Yo toqué a mis compañeras, creí que así se demostraba el cariño.

NamJoon no encontró palabras con las cuales responder, en vez de ello se limitó a decir:

— YoonGi, tú no eres un monstruo.

— La vi en tu mirada — murmuró YoonGi.

— ¿Disculpa?

— Vi a mi madre el día en que te conocí, la manera en que me mirabas, era la misma con la que ella me veía. Asco. Repudio. A donde quiera que vaya, cualquier persona que conozca, todos me miran exactamente igual.

Guardó silencio y Yoongi continuó hablando después de unos minutos.

— Muchos de los padres estaban furiosos. Los profesores no dejaban de señalarme. Una tarde mi madre arrancó el cable del televisor y no paraba de gritar «monstruo, pervertido, engendro». Claro que alguien noto que mi comportamiento no era normal. El psicólogo de la escuela insistió en hacerme una entrevista y cuando le informaron a mamá lo que la profesora había hecho ella me llevó a casa, diciendo, repitiendo que eso era lo que yo me merecía por ser el hijo de un monstruo. Que era mi turno de pagar lo que le habíamos hecho. Pero NamJoon, te prometo que a ella nunca, nunca le hice nada.

»Ella me sacó de la escuela y me quedé en casa mucho tiempo, encerrado en mi habitación, jugando en silencio, siendo un buen niño pero un día llegaron esas personas, dijeron que me llevarían con ellos y ella no parecía estar más satisfecha. Quise abrazarla pero como siempre que lo intentaba fallé. Y no la vi otra vez. Dijeron que me darían una nueva familia pero la vida con las monjas no me pareció mejor.

Las palabras «Ustedes los religiosos son los peores» resonaron por algún motivo en la cabeza de Namjoon.

— Hubo un momento que fue diferente — continuó— El chico que encontramos aquella vez... ¿Lo recuerdas?

NamJoon tuvo que esforzarse un poco antes de recordar el día en el supermercado, ese joven rubio con abrigo negro.

— Sí. — dijo asintiendo suavemente.

— Se llama Park Jimin. Nos conocimos en la escuela secundaria. Nunca me atreví a hablarle por cuenta propia. Todos me señalaban como el estúpido del orfanato. Jamás me pasó por la cabeza que un tipo como él, tan perfecto, quisiera o necesitará la más mínima cosa de mi. ¿Que podría tener yo que ofrecerle que no pudiera obtener de cualquier otra persona? Nada, absolutamente nada. Y aún así, él me miró, fue él quien se acercó a mí aquel día afuera de la tienda de comics. Estoy seguro que medio colegio, aun siendo todos hombres, estaban enamorado de él y de entre todas esas personas, de entre esa rica variedad de opciones, él me eligió a mi. Me eligió a mí, puedes creerlo. Yo no podía. ¿Por qué él me miraría?

Sostenme en tus brazosWhere stories live. Discover now