Capítulo 1: La peor reunión de todas

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La peor reunión de todas.

-Alice, cariño -llamó mi padre.

Me di el último retoque de maquillaje y miré mi lindo vestido blanco entallado al cuerpo hasta la cintura, dejando mis caderas y piernas libres con unos delicados dobleces en él.

Tomé mi bolso en forma de cartera con mi celular, un espejo y un lápiz labial dentro. Bajé las escaleras como toda una dama en sociedad y me enganché al brazo de mi padre, como siempre lo hacía cuando teníamos este tipo de reuniones.

-Te ves hermosa -mi padre sonrió.

-Gracias, tu te ves muy guapo -intenté sonreír lo más natural que pude.

Ambos salimos de la gran casa color hueso, mejor conocida como la mansión Jay, y subimos a la limusina para emprender el viaje hacia el lugar donde sería la reunión con los amigos y empleados de mi padre. El restaurante de siempre con las personas de siempre hablando de... Lo de siempre.

Nuestra pequeña familia Jay bajó del lujoso auto, entramos por las grandes puertas de cristal y en seguida todas las miradas ya se encontraban posadas en nosotros, especialmente en mí que, a pesar de llevar un vestido con un un par de cortes en la cintura y un escote en la espalda no me veía mal, nada mal, en realidad. Jugué con mis rulos para relajarme un poco.

La verdad es que siempre me ponía nerviosa cuando las personas me miraban demasiado y jugar con mi cabello era lo único que me relajaba un poco. Sólo un poco.

Mi padre comenzó a caminar, llevándome así hacia la familia Hoffman, una familia de tres miembros, el padre y sus dos hijas gemelas, con cabello casi rubio y de polos totalmente opuestos.

Sonreí hacia la familia Hoffman -Es un placer verlos de nuevo.

-El placer es nuestro -respondió el señor Hoffman.

Probablemente yo debía ser educada pero las personas siempre intentan alejarse de los problemas y un Jay se supone que no debería congeniar con un Hoffman, en especial con Missi Hoffman, esa chica era un desastre total.

-Si me disculpan, iré por unos bocadillos -anuncié. Dicho esto me retiré lo más rápido que pude de ahí y caminé hacía la mesa de postres.

Una vez parada frente a ésta respiré profundo, saqué mi móvil y mandé un mensaje de texto a mi mejor amiga.

"Vendrás, ¿cierto? Por favor dime que vendrás, las Hoffman están aquí y no quiero toparme con ellas de nuevo."

Suspiré al ver que mi mensaje fue enviado y me giré para caminar hacia la mesa donde mi padre estaba sentado pero alguien había tropezado conmigo y derramado vino sobre mi vestido.

-Lo siento yo... no me fijé y... -balbuceó un chico.

Abrí la boca para decir algo pero las palabras simplemente no me salieron.

-¿No me gritarás? -preguntó el chico.

Negué -Probablemente fue mi culpa, yo no te vi y de seguro te tomé por sorpresa.

-De verdad lo siento... espera ¿Qué? -Dijo el chico mirándome de madera extraña.

Frunci el ceño con bastante desconcierto -¿Dije algo malo?

¿Por qué no sólo acepta mis disculpas y ya?

-No... pero tú no deberías de disculparte, deberías de ser de esas chicas que gritan cuando arruinan su vestido caro.

-¿Quién dice que éste vestido es caro? -lo miré.

-¿No lo es? -el chico levantó una ceja y sonrió.

Sonreí por cortesía -Soy Alice, por cierto. Alice Jay.

-Sean Carter -sonrió.

-Como sea... es mejor que le diga a mi padre que regresare a casa, no quiero que me vean así.

Sean sonrió con picardía -O podrías quitarte el vestido, hay un pequeño cuarto allá atrás y nadie entra ahí -se acercó a mí y yo retrocedí.

-No estoy en posición de hacer ese tipo de cosas, así que si me disculpa joven Carter debo irme antes de que arruine mis zapatos.

Dicho esto me di media vuelta.

-O tus bragas, cariño -murmuró.

-Me debes un vestido nuevo -dije sin mirarlo de vuelta.

Esas fueron mis últimas palabras hacia el castaño y caminé directo a mi padre, le dije que regresaría a casa para no pasar vergüenza con el vestido manchado y él aceptó.

Ya tendré tiempo para explicarle la situación a mi padre más tarde.

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