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Dado que ya no me quedaban más notas que leer (y por tanto prolongar el tiempo que pasaba en un sitio seguro, haciendo algo que no me costaría la vida) supe que tendría que proseguir mi camino.

Volví a los conductos de ventilación, mi respiración rebotando en los paneles metálicos. Por un hueco en la parte inferior, algo correteó apresuradamente. La Señorita Delight. Por lo que parecía, le gustaba vigilarme. Claro que eso era, por lo menos, un poco aterrador. Era como si de repente tuviese una fan obsesionada.

Salí de allí lo más rápido posible, y fue pisar tierra y ya oí su voz hablándome.

No te enseñaron a hacer caso, ¿no? —Dijo, como si estuviera decepcionada conmigo. Puse los ojos en blanco. Ni que fuera mi madre—. En ese aspecto eres igual al resto de humanos. Me pregunto si también gritas de dolor como ellos... —Su tono se volvió pensativo—. Hmm... Pronto lo averiguaré.

Y con esas palabras, su voz se desvaneció. Sentí cómo un escalofrío recorría mi espalda cual corriente eléctrica. Sonaba como si quisiera torturarme antes de acabar conmigo, y no me extrañaría que fuera el caso. Sin duda, la Señorita estaba loca, pero aún así se me hacía increíble procesar e intentar comprender sus motivos.

Por ejemplo, Mommy estuvo en sus cabales hasta el final; quería venganza, sí, pero la obtendría divirtiéndose a mi placer y mediante el uso inteligente de los recursos en su poder. Delight era un caso completamente opuesto. Se limitaba a observarme, y me asesinaría sin pensar demasiado, mientras observaba mi sufrimiento y lo catalogaba como común y humano o especial y propio mío. Era, de hecho, aterrador saber con qué tipo de loca me iba a enfrentar.

Proseguí lentamente, llegando a una salita con algún que otro ordenador, libros esparcidos por el suelo, y una penumbra escalofriante. Sin embargo, había algo interesante en ella, siendo esto un cartón con la caricatura de otro personaje. Curiosamente, llevaba ya tiempo sin ver ninguno de esos en un buen rato. El que tenía delante, en concreto, tenía pintado una mujer rubia, su enorme sonrisa estirándose hasta las mejillas ruborizadas y revelando una boca llena de dientes blancos y perfectos. Llevaba un vestido amarillo en la parte superior cuya falda era añil con puntos blancos, cubierto por un peto azul con una manzana roja estampada en la parte central de su pecho. Sujetaba una delgada vara de madera que apuntaba a las letras "Pulsa aquí". 

Y eso hice.

¡Hola, alumnos! —exclamó una voz que se me hizo muy conocida—. Encontradnos a mí y a mis hermanas para obtener más información sobre diferentes temas. ¡Pulsa el botón para averiguar datos sobre anatomía!  —Le di otra vez—. ¿Sabías que tenemos más de 96 000 kilómetros de vasos sanguíneos en el cuerpo? Para comparar, la Tierra alrededor del ecuador tiene un poquito más de 40 000 kilómetros. El hueso más pequeño del oído es el estribo, del oído. Puede que, si lo dañas, pierdas la audición. ¿Quieres aprender más sobre los órganos del cuerpo? —Supongo. ¿Es tan importante?—. Presta atención en clase —Vaya, sí que suena como una profesora. 

Seguí explorando la salita, esperando no encontrar nada más. Quiero decir, el recortable me había decepcionado bastante, o más bien su falta de información relevante. Fue por eso que, al ver otra hoja de papel tirada por ahí, me apresuré a recogerla; en efecto, se trataba de una nota. Para ser exactos, la quinta. Revisé la cuarta. Sí, eso. Me había quedado en la parte en la que la asumida Señorita Delight se estaba muriendo de hambre, encerrada, y hablaba con su arma hecha de lápices y reglas. El papel en mis manos estaba maltratado, manchado (tanto de suciedad como de manchas rojas) y tenía unas cuantas palabras garabateadas en él, desiguales y torcidas, a pesar del interlineado del folio.

"LO LAMENTO. TENÍA QUE COMER. TENÍA QUE SOBREVIVIR. ME LOS COMÍ. TUVE QUE HACERLO TUVE QUE HACERLO TUVE QUE HACERLO TUVE QUE HACERLO" 

Sentí que mi respiración se hacía más lenta. Si antes ya entendía poco (y lo que entendía, desearía no haberlo hecho), ahora menos. No, espera. Sí comenzaba a comprender lo que le había ocurrido a la Señorita Delight, pero era tan horrible que no quería ni pensarlo. Por lo que daba a entender la nota, había acabado cediendo a su hambre, y se había comido al resto, ya fueran docentes, juguetes o trabajadores.

Y, si mi instinto no me traicionaba, todo esto estaba orquestado por el Prototipo. Lo que no me cuadraba del todo era el motivo. ¿No le haría sido más útil tener a varios lacayos, en vez de solo una? Tendría sus motivos, asumí, y la idea no me agradó en absoluto. A pesar de que ya me había enterado antes de su desarrollada inteligencia, no dejaba de frustrarme el no ser capaz de vislumbrar sus objetivos.

Sin embargo, por muy frustrante que fuera, no debía desconcentrarme: todavía tenía por delante mi inevitable e inminente enfrentamiento con la Señorita Delight, y estar en las nubes no me ayudaría, precisamente.

Usando mi Grab Pack, comencé a reconducir la electricidad, pasando también por un poste sin iluminar y tiñéndolo de azul brillante. Debería haberlo sabido, por supuesto; la electricidad siempre estaría en mal estado, pasara lo que pasase. En realidad, ya ni siquiera me frustraba. Me limitaba a reconducirla y pasaba a la siguiente tarea.

Pero fue entonces cuando las cosas se tornaron feas. Las luces no se encendieron del todo, parpadeando más bien en tonos anaranjados. Vislumbré una silueta humanoide, y no era otra que Delight, quien me observaba atentamente. A partir de ahí, las cosas fueron muy rápidas.

La nube grisácea causada por su estallido a través de las paredes se disipó casi al instante, y una batería verde salió disparada en mi dirección a la vez. Usando el Grab Pack, la agarré y salí corriendo sin pensar siquiera. Tuve suerte y no me encontré con obstáculos que me impidieran proseguir. Inserté la batería en el primer hueco posible que vi y una reja que no había visto se elevó, permitiéndome el paso.

Más adelante había un receptor verde; menos mal que tenía buena vista. Giré mi cuerpo lo necesario para apuntar la mano verde hacia un enchufe del mismo color y cagarla, pulsando con ella el triángulo y llenándolo de electricidad. Mi corazón latía a velocidades insanas y mis piernas y pulmones ardían, pero eso no me detuvo. Vi otro componente del mismo tipo, pero no encontraba el necesario para recibir la energía.

Sentí mi pulso en las sienes. Oh, no. Vale, vale, no pasaba nada. La electricidad se desvaneció de mi mano mientras seguía corriendo por la zona, suplicando a mi suerte que no me hiciera caer en las manos de la Señorita Delight. No podía ser, ¿dónde estaba? ¡¿Dónde estaba la clave?! Llegados a ese punto, mi cuerpo entero se quejaba, al límite de sus capacidades. Si seguía era corriendo era exclusivamente gracias a la adrenalina. Por si fuera poco, podía oír sus risas retumbar en los pasillos, jugando con mis percepciones de distancia.

Las luces se apagaban, se encendían, la semi penumbra me rodeaba. Me dificultaba la vista, y, a su vez, la orientación. ¡Maldición, maldición, maldición! ¡No podía ser! Volví al enchufe, oyendo a la Señorita a mis espaldas. No sabía a cuánto estaba de mí, pero tampoco tenía interés en averiguarlo. Y me di cuenta de que había dos receptores; dos receptores y un enchufe. No me daría tiempo a transferir electricidad a los dos sin que me alcanzara la endemoniada ex profesora que me perseguía.

Solté una pequeña risa. Vaya, tendría que arriesgarme.

Poppy Playtime Chapter 3: Deep SleepWhere stories live. Discover now