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El gemido que escapó de los labios del monito cuando el rubio le chupó la lengua fue mejor que todas las películas pornos que habían visto.
Luffy estaba deshaciéndose en sus brazos mientras Sanji maltrataba su boca con besos bruscos y salvajes, hundiendo la lengua lo más que podía en su garganta mientras él mismo Luffy succionaba hacia atrás el músculo.
La polla de Sanji chocó con el hueso de la cadera de su amigo y una oleada de desquicio se apoderó de él cuando bajó sus manos hasta las nalgas de Luffy y las estrujó con los dedos abiertos, presionando con los índice en el medio.
—Oh, Dios... sí —murmuró Luffy cuando el rubio sacó su lengua, bajando por el cuello del pelinegro para dar más lamidas superficiales.
Las manos de Luffy estaban en todos lados. Sus hombros, su cuello, hasta llegó a sentirlas en su trasero, pero Sanji no se distrajo con eso y empezó a quitarle la camisa a Luffy. El pecho descubierto del chico era bronceado a excepción de esos marrones pezones más que erectos.
No había tetas, era plano totalmente y aún así no dudó en chupar uno de los pezones como si fuera un hombre sediento. Luffy gimió (él jodidamente) gimió cuando Sanji empezó a chupar y chupar, rodeando el pezón con la lengua en movimientos circulares hasta que quedó hinchado y dolorido.
La lengua bajó hasta su estómago y se detuvo en su ombligo.
—Sanji, no ahí, es... —trató de decir, pero su amigo no le escuchó antes de besar con la boca abierta esa zona, arrancándole otro sonido vergonzoso.
Tener a su mejor amigo de rodillas, lamiendo y besando su estómago era tan raro, incluso más que besarse. Pero Luffy no pudo siquiera pensar en detenerse, no cuando se fijó en la erección oculta debajo de los pantalones deportivos de Sanji. Se lamió los labios, con hambre. Quería probarla, quería tener esa polla en su boca hasta que el mayor olvidara a cualquier chica con la que folló en su vida.
—Quiero chupártela —Consiguió decir.
Sanji detuvo sus labios y se alejó de su ombligo, y antes de darse cuenta ahora era Luffy el que estaba arrodillado, bajando sus pantalones hasta que el pene salió y golpeó su labio inferior.
—Joder, te ves tan... —dijo Sanji, mirando con las mejillas sonrojadas al monito cuando empezó a lamer lentamente la roja e hinchada cabeza.
Dios. Fue como si el alma le volviera al cuerpo.
Puso una mano en el cabello de Luffy, pero no le impulsó, sólo la dejó ahí. Luffy había bajado las lamidas por toda la extensión de su polla hasta que llegó a sus preciadas bolas, tomando ambas en su boca y succionándolas, dejándolas salir con un morboso sonido antes de atraparlas de nuevo.
—Oh, Luffy... —Sanji gimió fuera de sí. La boca de su mejor amigo era un pecado. Húmeda, estrecha. Se sentía de maravilla.
Cuando Luffy volvió a subir y tomó cada pulgada de su polla en la boca, Sanji dejó de intentar ser cuidadoso y lo atrajo usando el agarre en su cabello. Luffy gruñó haciendo que la garganta le vibrase, la vena en el pene de Sanji presionada por la lengua de su mejor amigo.
