La luz de tu corazón

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—Tal vez esa increíble subida de ventas se debe a que eres el imp más sexy que se ha visto —Ozzie empezó a jugar un poco al dirigirle una sonrisa provocativa—. Esas publicidades en latex mientras estabas a mi lado... Se me hace agua a la boca al recordar la sesión.

Ese era el punto. Y eso era lo que los hacía sentirse cómodos a ambos. Fizzarolli estaba con Ozzie cuando publicitaban vestimenta bdsm, lubricantes o lencería. Fizz se sentía muy seguro cuando lo hacía con Ozzie, no se sentía explotado, no sentía que fuera una exposición violenta. Hacerlo con Asmodeus era divertido, lo disfrutaba, trabajar con él lo llenaba de alegría.

No a diferencia de Mammon y los robots... porque esa era otra historia. Fizz sintió un puñado de amargura en el estómago al recordarlo. Lo ignoró a la fuerza, miró a Ozzie de forma coqueta y le siguió el juego de forma indiscreta.

—Recordalo hace que me ponga duro, gran daddy —entrecerró sus ojos con lujuria hacia él—. Te la chupé detrás de bastidores como por media hora y nadie se percató. Creo que las persecuciones me calientan.

—Las perversiones que tengan que ver con coger a escondidas siempre son mis favoritas —le tarareó contento el pecado—. Y no sigamos hablando de esto porque querré tomarte ahora mismo y aún es muy temprano, Froggie.

—Si, tendrás que esperar, cariño —le recordó el imp, ya que de verdad necesitaba dormir en su domingo libre—. Lo lamento, hoy quiero una noche tranquila.

Asmodeus respetaba sus tiempos y sus decisiones, no dudó en asentir. Cuando se trataba de las nuevas programaciones y trabajos del rey de la Codicia, Fizzarolli se mantenía bastante ocupado y estresado durante días. El sexo duro podía esperar, porque un buen descanso era lo que necesitaba.

—Admito me gustaría dormir una siesta de dos días —Fizz reposó su mejilla en su mano mientras apoyaba su codo en la mesa—. He estado ensayando y cargando bastones en llamas sobre bicicletas en llamas mientras pasaba por el trapecio una y otra vez... Sobre una piscina de tiburones en llamas.

Ozzie siempre pretendía no escuchar exactamente sobre los actos en sus rutinas. Muchas veces las pudo presenciar y asistir a ellas, y Fizz siempre se veía en control cuando eran actos peligrosos. Sin embargo, estaba atento. A pesar de que el imp siempre le sonreía de una manera linda y le aseguraba que todo estaba bien, algo en su corazón le decía que no era del todo cierto.

—Ese tipo de rutinas peligrosas... —Ozzie torció una mueca de disgusto y preocupación—. Debería hablar con Mammon sobre-

—Claro que no, te preocupas demasiado —lo detuvo Fizzarolli, tal vez con más precipitación de lo esperado. Le sonrió nervioso, se rio como si no fuera la gran cosa y trató de dar argumentos razonables—. Me gustan los retos, estoy bien, Ozz. La adrenalina me hace sentir que puedo hacer lo que sea y, además, jamás he fallado.

Bajo esa sonrisa confiada y esa actitud altanera, Fizzarolli sabía el papel que debía jugar para que nada se saliera de control. Él era el mediador preciso entre Asmodeus y Mammon, él era el encargado de que nada horrible pudiera suceder entre los dos.

Debía calmar las aguas y apaciguar ambas partes. No podía permitir que Asmodeus interfiriera en sus actos y retara a Mammon, porque la Codicia lo castigaría de formas muy desagradables. Y también existía el factor de que Ozzie podría salir dañado en cuanto a su estatus y reputación.

Fizzarolli tenía que fingir que estaba bien, debía estarlo por el bien de Asmodeus y el suyo propio. Necesitaba estar más que bien y ser más que perfecto para Mammon para que nadie lastimara a Ozzie.

—... Supongo que está bien si accedes a eso —le contestó Asmodeus aún con algo de inseguridad en su semblante—. De todas formas, hoy debes descansar. Como es un día libre, podemos simplemente relajarnos en el jacuzzi.

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