La puerta del salón se abrió y dirigí mi vista hacia allí. Una radiante Marjorie entró con una sonrisa de oreja a oreja. Tenía un aura muy distinta al de los otros días. Parecía estar relajada y en completa armonía. Se veía realmente hermosa...

—Tarde señorita, Abrams  —le dijo el profesor.

—Lo siento —se disculpó ella— Aquí tiene mi permiso por la llegada tarde.

Le tendió el papel y caminó hasta tomar asiento al lado de Harriet. La rubia le dijo algo y ella asintió. Esperé a que se girara a verme, pero no lo hizo.

¿Qué diablos le sucede? ¿Qué fue lo que hice para que ni siquiera me dedicara una mirada?

La clase pasó lenta para mí. El comportamiento de Marjorie me tenía más que confundido.

El timbré sonó y todos salimos. No dejé de seguir con la mirada a Marjorie, hablaba efusivamente con mi prima. Me alejé de mis amigos y caminé hasta ellas dos.

—¿Qué hacen? —les pregunté.

—¿Sabes? Me llaman en la rectoría, luego te sigo contando, Harriet —dijo sin mirarme.

Comenzó a caminar alejándose de nosotros.

—¿Me puedes decir que demonios le pasa? —le dije a mi prima.

—No lo se —dijo y quiso caminar para alejarse de mí, pero la detuve.

—Si lo sabes, y vas a decírmelo —le dije mirándola amenazadoramente.

—¿Sabes donde puedes meterte tu mirada asesina, verdad? —preguntó y empujó mi brazo para pasar.

—¡Ya vas a querer mi habitación! ¡Ya vas a llorar por ella! ¡Y yo no te la voy a dar! —le dije elevando mi voz, ya que se estaba alejando

Giré para ir al jardín y fumar un cigarrillo, pero detuve mis pasos al verlo allí mirándome con una sonrisa cínica.

—Te soltaron, Becker  —le dije.

—No podían tenerme ahí siempre, Kaulitz —dijo. Reí por lo bajo y lo miré con diversión.

—¿Te gusto la cárcel? Es un lugar muy parecido a tí —dije.

—Sí, puede ser —afirmó y caminó un poco más hacia mí— Ya se la verdad de todo Kaulitz, ¿y sabes? No estoy enojado, ni nada de eso. Es más quería pedirte perdón...

—¿Perdón? ¿Por qué?

—Y por como me comporte, yo no quería herir tus sentimientos —dijo con sonrisa irónica. Estaba logrando sacarme de nuevo— Yo actué así porque pensé que tenías algo con Marjorie...

—Si lo tengo.

—Ya quisieras —me dijo divertido. Se acercó más y apoyó una de sus manos en mi hombro. Lo miré despectivamente— Conozco perfectamente a Marjorie, de los pies a la cabeza. Conozco su forma de ser, su forma de pensar... Y se que todo lo que dijo en el juicio fue solo para sacarte de allí. Y lo entiendo, ella haría cualquier cosa por un amigo.

—Pues no le parezco muy amigo cuando nos revolcamos —dije despreocupado.

—Marjorie no se acuesta con cualquiera, y mucho menos con tipos como tú. Que tienen más nombres de mujeres en una cama, que un propio motel de mala muerte.

—Ella parece disfrutarlo bastante...

—Como digas, Kaulitz, ya entendí como es la cosa. Tú estás loquito por ella, ella ni te registra y por eso estas un poco 'extraño' últimamente.

—Si no quieres terminar peor que la última vez, mejor cállate —le advertí.

Se alejó de mí y puso sus manos en el aire.

Peligrosa obsesión | tom kaulitz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora