Capítulo 29

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Wolfgang

Corrí al hospital tan rápido como pude, y luego entré Urgencias.

Vi a Remus y a Aspen sentados en la sala de espera.

-¿Dónde está? -pregunté.

-No te preocupes, alfa, se encuentra bien. Le han dado algo para la fiebre y le están tratando las heridas de la espalda -respondió Aspen.

-¿Se las están tratando? ¿No deberían haberse curado ya? -me extrañé. Nuestros poderes de lobo deberían haber curado aquellas heridas el mismo día en que se produjeron.

-No. Seguían abiertas, y de hecho, estaban infectadas. Por eso tenía una fiebre tan alta -apuntó Remus.

Mi estómago empezó a revolverse.

¿Cómo era posible? ¿Por qué sus heridas seguían abiertas después de casi una semana?

-Beta Barone la encontró semiinconsciente y alucinando -añadió Aspen.

Me estaba poniendo aún más ansioso.

-Todavía no puedo sentirla. No puedo sentir a su loba -dijo Cronnos, atormentado, en mi mente.

-¿Ha dicho el médico algo sobre la incapacidad para curarse? -pregunté, tratando de mantener un ademán frío. Pero en el fondo, quería gritar.

-No, alfa. Le han hecho análisis de sangre y otras pruebas. Estamos esperando los resultados. Pero ahora mismo su estado es estable -me informó Remus-. Beta Barone está ahora mismo en la habitación, esperando a que se despierte.

Era yo quien debía estar allí con ella. Sosteniendo sus manos, esperando a que despertara.

-¿Te gustaría verla? -propuso Aspen, como si adivinara lo que tenía en mente.

-¡Sí! -gritó Cronnos en mi mente.

-No, voy a ver si han examinado las imágenes de vídeo. Por favor, notificadme si se produce algún cambio en su estado de salud. -pedí.

Cronnos gruñó.

-Remus, ven conmigo -continué.

El gamma se levantó y besó a su compañera en la frente.

-Mantenme al tanto de todo.

-Descuida -aseguró la pelirroja, y le devolvió la sonrisa.

No pude evitar sentir envidia de mi gamma y su pareja. ¿por qué no podía ser así con Aurora?

-¡Porque eres el mayor idiota que existe, por eso! -gritó mi lobo en mi cabeza.

-Remus, vamos. Tenemos que investigar esta acusación -insté a mi gamma.

Unos minutos después, estábamos de vuelta en la casa del líder.

Tenía que llegar al fondo de aquel asunto. Sabía que Aurora no era una ladrona.

Odiada Por Mi AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora