Capítulo 10

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Capítulo 10

Lo miré con los ojos bien abiertos incapaz de creer que él chico fuera Edward pero también era más que obvio, incluso en la oscuridad de la sala, el cabello castaño desaliñado, los ojos verdes, su nariz recta, sus delgados labios. Me detuve en sus labios recordando la primera vez que me beso pero luego otra imagen ocupo mi mente, él había besado a esa chica de larga cabellera negra y ahora me era más fácil ver que tenía un cuerpo fenomenal. Una punzada de celos me recorrió de arriba abajo pero pensé que mi actitud era un tanto irracional puesto que yo tampoco le quería dar demasiado significado a nuestro beso.

Estaba por apartar la mirada de ellos cuando Edward volteo en mi dirección y nuestras miradas se cruzaron. Él pareció desconcertado al principió pero luego continuó bajo la mirada como si no me hubiera reconocido y no creo que lo haya hecho gracias a la poca luminosidad del club y a mi cambio de imagen. Yo también desvié la mirada y encontré a Alice caminando hacía mi con un par de copas pequeñas de vidrio con un líquido rosa en él.

-¿Qué es eso? -le pregunté casi gritando por encima de la música, ella puso ambas copas en la mesa.

-Sólo bébelo, Bella. Siempre pido esto cuando vengo, no he probado otras bebidas pero espero que esta te guste -responde tomando un sorbo de su bebida.

Tomo la copa y la acerco un poco a mi nariz pero la alejo rápidamente. Es obvio que contiene alcohol y mucho. Nunca he probado nada que no sea cerveza y aun así no la tomo en exceso. Inclino la copa entre mis labios y trago el líquido que quema mi garganta al deslizarse por ella. Dejo el vaso en la mesa tan rápido que se voltea y derrama el contenido. Me cubro la boca con la mano para no vomitar. Escucho la risa de Alice.

-¿Demasiado fuerte para ti, Bella? -pregunta ella.

-¿Cómo te puede gustar eso? Sí, es demasiado fuerte.

-Te traeré otro con menos alcohol -dice poniéndose de pie.

Mi garganta sigue ardiendo incluso unos minutos después de que Alice fue por la segunda ronda. Intento tragar saliva para aliviar el ardor pero tengo la boca seca.

-¿Necesitas compañía, preciosa? -escucho una voz detrás de mí. Me giró lo suficiente hasta encontrarme con un hombre alto y musculoso de cabello negro que me sonríe seductoramente. Hace una señal hacia el asiento desocupado a mi lado y dice-: ¿Puedo sentarme?

-Claro -respondo devolviéndole la sonrisa.

Él se desliza por el sofá hasta quedar junto a mí, estamos demasiado pegados así que me recorro disimuladamente. Él parece no darse cuenta, luego se estira y coloca su brazo en el respaldo del sofá alrededor de mí, de modo que nuestros rostros están a centímetros de distancia y me hace sentir incomoda.

-Mi nombre es Emmett -dice.

-Bella -respondo.

-No te había visto antes por aquí -menciona. Conozco esa frase, la he escuchado en muchas películas, se usa para romper el hielo y comenzar una conversación. Reprimí una risa.

-Es cierto. Es la primera vez que vengo a este lugar.

-No es recomendable venir aquí por primera vez sin compañía. En especial para una chica linda como tú.

-No estoy sola. Mi amiga fue a conseguir algo para beber pero no ha vuelto.

-Y tu amiga... ¿es igual de sexy que tú? -dice casi susurrándome al oído.

Un estremecimiento me recorre al sentir su respiración tan cerca de mí. Puedo sentir como el rubor se extiende por mis mejillas.

-¡Emmett! -escucho la voz de Alice y luego levanto la mirada para verla.

Ella lo mira fijamente como si quisiera asesinarlo, por su mirada también puedo deducir que se conocen de antes.

-¿Alice? -exclama Emmett sorprendido-. ¿Qué estás haciendo aquí?

-¿Acaso ya no soy bienvenida, Emmett? -pregunta ella deslizándose en el sofá en mi lado libre, de modo que quedo entre los dos. Alice pone con cuidado las bebidas en la mesa.

-Nunca he dicho que no lo seas. Hace mucho que no pasas por aquí y me sorprendió verte, eso es todo -dice Emmett en tono ofendido.

-Y por la forma en que lo dices supongo que tú vienes muy seguido.

Él se encoge de hombros dando por terminada la conversación con Alice. Yo por mi parte tomo la copa que ella me ha traído y le doy un pequeño trago con desconfianza, la bebida tiene el mismo aspecto a la anterior pero definitivamente tiene menos alcohol lo que me permite apreciar el delicioso sabor dulce que contiene. Seguía bebiendo de la copa cuando de repente me di cuenta del silencio incomodo que existía entre los tres, incluso podía sentir la postura rígida de Emmett a mi lado. Me aclaré la garganta.

-¿Ustedes ya se conocían antes? -no le pregunté a nadie en específico. Emmett soltó una carcajada estruendosa aunque yo no encontré la gracia a mi comentario.

-Somos hermanos -dijo Alice con seriedad. La miré sorprendida sin poder creerlo.

-Es verdad -coincidió Emmett -. Aunque hace un tiempo que no nos veíamos. Voy de un lado para otro. Supongo que la regla sigue en pie ¿verdad, hermanita?

Alice puso los ojos en blanco y yo la mire sin comprender la pregunta de él.

-Por supuesto que sigue en pie -dijo como si estuviera ofendida. Y añadió al ver mi mirada desconcertada-: Para evitar problemas, Edward, Emmett y yo hicimos un trato. Algo así como una ley entre hermanos, ninguno tiene permitido salir con ningún amigo o amiga de los otros y menos con los enemigos.

-Todo empezó cuando Edward se llevó a la cama a una amiga de Alice y luego la mando a volar, la chica se puso hecha una fiera y culpo a Alice. Nunca la volvimos a ver. Fue entonces que creamos esa ley, hace como más de cinco años -dijo Emmett con una sonrisa. Alice hizo caso omiso del comentario y se puso de pie.

-Iré por otra bebida -me dijo caminando alrededor de la mesa.

-Creo Alice se ha enamorado del barman, no creo que regrese hasta dentro de otra media hora -dijo Emmett. Sentí como él empezaba a relajarse de nuevo y volvió a acercarse demasiado a mí-. Supongo que podemos ignorar la pequeña regla mientras no esté aquí.

Iba decir algo al respecto pero Emmett tomo mi rostro entre sus manos y comenzaba a inclinarse hacia mí, podía sentir su respiración, sus labios casi rozaban los míos. Iba a besarme en cualquier momento...

Bajo el Mismo TechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora