16/05/2015

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16/05/2015

Acaricié la oreja de Mr. Cat mientras abrazaba a Paige. Ella se movió un poco, recargándose en mi hombro.

- Mi hermano es un idiota -negué con la cabeza.

- Sólo quiere lo mejor para ti -reí con tristeza.

- Lo mejor no es llevarme lejos de ti -bufó y tomó a Mr. Cat, para después ponerlo en su regazo. Suspiré y la acerqué un poco más a mí.

- Ya te dije que iré a verte Paige -besé su cabello.

- Pero no me quiero ir -se quejó e hizo un puchero, reí levemente, parecía una niña pequeña.

- Yo tampoco quiero que te vayas, me quedaré solo -me miró y me sonrió.

- Te prometo que le diré a Li que te cuide.

No dije nada más.

Su hermano mayor, Aaron, había ido a hablar con los directores el jueves. La quería trasladar del hospital lo más rápido posible, pero había un problema.

Un problema que ni Paige ni yo teniamos idea. Quería ir y hacer todas las preguntas que rondaban en mi cabeza a Elena.

Pero también quería pasar el, probablemente, ultimo sábado que tenia con Paige.

- ¿Quieres ir al jardín? -pregunté.

- Me prohíben salir con este tiempo, aunque me encantaría -fijó su mirada en la ventana. Las gotas pasaban por el vidrio, y el cielo tenía un tono grisaseo.

- Podriamos saltar en los charcos que se forman -la animé.

No me agradaba mucho la idea de ir y mojarme, pero si a Paige le gustaba la idea no me negaría. Aparte que me ponía más nervioso estando en la cama, dejando pasar el tiempo.

- Bueno -sonrió y tomó a Mr. Cat en sus brazos.

- Creo que tendremos que dejar a Mr. Cat aquí -tomé la mochila y la abrí, tratando de formar una cama con ello.

- ¿Por qué? -lo puso con cuidado encima de la mochila.

- No le gusta la lluvia -me encogí de hombros.

Asintió y me tomó de la mano.

Sonreí sin despegar los labios y entrelace mis dedos con los de ella.

Salimos del cuarto sin hacer demasiado ruido y bajamos las escaleras, para en un momento encontrarnos en la puerta del jardín.

- Mis orejas están frías -susurró.

Me quité el gorro de lana que traía y se lo acomodé, haciendo que se sonrojara.

- Te ves demasiado tierna sonrojada con mi gorro -me sonrió tímidamente. Miró la puerta de cristal y se quedó inmóvil.

Miré a donde ella miraba, pero no había nada, volví mi mirada a a ella y seguía igual. Suspiré, seguramemte era solo una alucinación.

- Paige, ¿Qué miras? -pregunté en un susurro. No me contestó.

Me quede viendo su expresión por un rato, esperando a que saliera de su trance.

- Señor gato...

Miré el jardín, no había absolutamente nadie.

Paige abrió la puerta y salió corriendo. Reaccioné y corrí detrás de ella.

Paige comenzó a saltar en los charcos, y yo me quedé inmóvil observándola, estaba algo aturdido por lo anterior.

- ¿Qué haces ahí? ¡Ven a saltar! -gritó.

Suspiré y reí.

Los dos corrimos por el jardín, saltando en los charcos que se habían formado, con las gotas de agua cayendo sobre nosotros.

Resbale en un charco, haciendo que los dos empezáramos a reír como retrasados.

- ¡No me alcanzas! -reí. Paige comenzó a correr.

Me levanté y fui detrás de ella, logrando alcanzarla en pocos segundos.

La abracé y la alcé, causando un pequeño grito de su parte.

- ¡Bajame Spencer! -reía mientras los dos dábamos vueltas.

La baje sólo un poco, sin que sus pies tocaran el suelo.

- Te quiero, Spencer -sonreí y la besé.

- Te amo, Paige.

(...)

- Ustedes juntos son un desastre -Elena rodó los ojos cuando nos vió mojados y con algo de lodo en nuestra ropa- Paige ve a cambiarte, te vas a resfriar -Paige rió y se fue a su habitación. Iría en un rato con ella.

- Necesitamos hablar, ya -le dije a Elena cuando vi que Paige cerró la puerta de su habitación.

- Lo sé, debes tener varias preguntas -asentí. Suspiró, fuimos a su oficina y comenzamos a hablar.

- Elena, tengo miedo de que se vaya -la miré y me dio una mirada triste.

- Yo también tengo miedo de que se vaya, pero no puedo hacer nada -mordí mi labio nerviosamente.

- Me dijo Paige que había un problema con lo del traslado -Elena asintió- ¿Cuál es?

- No debería decírtelo, son problemas del hospital -apoyó sus codos en la mesa- Pero te lo diré por que sé que te importa mucho -asentí- Los archivos de Paige no aparecen, no encontramos la carpeta que contiene sus datos -sentí un escalofrío en la espina dorsal.

- Y... -dije- ¿Hasta que se encuentren esos documentos no podrán trasladarla? -pregunté curioso. Sin que se notara lo feliz que estaba por ello.

- No -negó con la cabeza- Pero los están buscando, Spencer, no quiero que te ilusiones demasiado.

- Está bien -asentí y me recargue en la silla. Seguimos hablando de varios temas, ninguno tenía mucho que ver con el hospital.

- Ya es algo tarde, deberías irte -me sonrió.

- Si, tengo que hacer unas cuantas cosas -sonreí igualmente y me levanté. Me despedí de ella y salí de su oficina.

Fui hasta la habitación de Paige, entré y la encontré dormida. Sonreí y me acerqué a ella, besé su frente y la tapé un poco más con las sábanas.

Tomé a Mr. Cat y lo metí a la mochila, para después colgarla en mi hombro.

Cerré la puerta despacio para no despertarla y me fui.

La lluvia no era tan fuerte, así que no me molestó caminar un largo rato por las calles.

- ¡Llegué! -grité cuando cerré la puerta de entrada a mi casa.

- ¡Spencer, no grites! -gritó mi padre desde algún lugar de la casa.

- ¡Tu estás gritando! -respondí.

- ¡Los dos cállense! -gritó mi madre- ¡Spencer, ve a darte un baño!

Sonreí y subí a mi cuarto.

Dejé la mochila en la cama y saqué a Mr. Cat.

Me quité el suéter que tenia encima y me senté en mi escritorio, abrí el cajón y saqué la carpeta.

Suspiré y la miré detenidamente.

Tal vez podía hacer que Paige se quedara un poco más de tiempo.

Esquizofrenia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora