ㅤ ₍ 29 ₎ Tan frágil como la porcelana ?ˀ

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— Sergio. – sorbió su nariz. Los espasmos finalmente se habían detenido, ahora podía hablar correctamente. – Perdóname por todo esto.

— No te disculpes. – apartó sus manos de los cabellos rubios. – Debí preguntarte antes de seguir.

— ¿Vas a dejarme ahora? Puedo solucionarlo, puedo hacerlo ahora, podemos intentarlo otra vez y...

— ¿Qué? ¡No! – alzó ligeramente la voz. Se separó unos cuantos centímetros para poder ver el rostro de Max. – Joder Max, no. No voy a dejarte, ¿Por qué lo haría?

— No pude hacerlo, tú lo mereces, de verdad podemos hacerlo.

— No, no ahora. – se apartó aún más del frío cuerpo de Max. – Deberías dormir. – se levantó de la cama dejando al rubio que comenzaba a lloriquear una vez más. 

— Sergio, ¿Me vas a dejar? ¡Me disculpé y te dije que puedo hacerlo una vez más! – se levantó rápidamente, quedó de rodillas aún sobre el colchón.

Sergio estaba parado justo al los pies de la cama. Le daba la espalda a Max mientras frotaba con ambas manos su rostro. Se sentía frustrado, no entendía la razón por la que Max seguía insistiendo en continuar donde lo habían dejado. Él no pensaba en dejarlo, quería ayudarlo más no podía hacerlo, Max no le había contado nada más. – ¿Vas a decirme lo que recordaste?

— No...Yo no puedo...

— ¡Mierda! ¡No puedo ayudarte sí no me dices que fue lo que recordaste! ¿No me tienes confianza? ¿Qué carajo te sucede? ¡Deja de ser tan cobarde y dime de una buena vez! – soltó con molestia.

Un pesado silencio se instaló en la habitación. Ahora se estaban mirando fijamente. Los brillosos y preocupados ojos de Sergio se habían topado con los irritados y llorosos ojos de Max. Sergio sintió culpa por haberle hablado tan duro al pobre rubio. Al instante se arrepintió de alzar la voz.
Max se sintió como una presa a punto de ser devorada, justamente como aquella vez. Era tan difícil, era tan difícil para él abrirse y contar sus más oscuros secretos y recuerdos.

— Carajo. – susurró. – No debí gritarte. – se acercó nuevamente al colchón, había sido seguido por la decaída mirada de Max.

— Está bien, lo merezco.

— ¿Qué? ¡Dios, no! ¿Qué cosas estás diciendo? ¡No mereces que te trate mal! – acunó con rudeza el rostro de Max entre sus manos. – Deja de decir esas cosas.

Max lo miró en silencio. Su cuerpo se había girado para quedar al frente de Sergio. Comenzaba a sentirse débil.

— Oh Max, ¿Quién te hizo tanto daño? Déjame ayudarte. – limpió con sus pulgares las lágrimas que viajaban por las mejillas del rubio.

Max se sintió expuesto. Sintió un idiota impulso de soltar todo su sufrimiento de una vez. Entonces habló decidido. – No fue nada agradable, yo no lo disfruté.

Sergio sabía a lo que se refería. Se abstuvo de preguntar, la mirada ahora apagada de Max se lo dijo todo. Sintió que era bañado en una tina repleta de hielos.

— Carajo, ¿Por qué no me lo dijiste antes? Debió de ser jodidamente difícil. – aún acariciaba las mejillas del rubio. – ¿Yo te lastimé? – aún se sentía culpable, se sentía culpable de hacerlo recordar.

— Tú no lo hiciste, Sergio. Simplemente lo recordé cuando tú... – se calló por unos segundos, le costaba hablar sobre el tema. Él no solía hablar de sexo, no con quien solía convivir demasiado. – Ya sabes.

Sergio se sentía terriblemente mal, él mismo había regresado aquellos recuerdos al pobre de Max. El simple hecho de imaginar que el neerlandés era forzado a tener sexo le hizo sentir náuseas. Mientras el rubio se desahogaba sentía unas increíbles ganas de vomitar, sintió que su respiración fallaba por largos segundos. ¿Quién habría sido capaz de dañarlo tanto?, Max no mencionó ni un nombre, se limitó a contar la forma de lo sucedido. Max habló sobre los rumores, esos rumores que lo atormentaron por meses enteros, esos rumores que lo obligaron a quedarse en casa por días, esos mismos rumores que destruyeron la que se supone sería la mejor etapa de su vida.

Max recién salía de aquella tormenta, sin querer se había resbalado con un charco profundo que se había formado en consecuencia de esa inmensa lluvia que arrasó con todo en su camino.

Sergio guardó silencio, dejó a Max hablar hasta que escuchó un doloroso sollozo que lo hizo abrazarlo casi por inercia. Ahora tenía al Max que aparentaba ser fuerte desmoronándose en llanto entre sus brazos. Lo abrazó tan fuerte como pudo, lo sostuvo pegado a su pecho, susurraba suavemente algunas palabras que buscaban ser reconfortantes. Sostuvo su cabeza con una de sus manos.

Tenía a un Max tan frágil refugiándose en él, en sus brazos, en su cuerpo.

















Tenía a un Max tan frágil refugiándose en él, en sus brazos, en su cuerpo

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No me gusta escribir capítulos así, me abstendré de hacerlo de hoy en adelante. 😞

Gracias por leer.  💓

Heaven - Chestappen Où les histoires vivent. Découvrez maintenant