Lloró rogando que volviera. Ya no le importaba nada más. Quería que volviera, solucionarlo y hablar de cualquier forma. No quería que se fuera, se negaba a aceptar que esa fue la última vez que lo vio.

"No me hagas odiarte. No sé si podré soportar que me abandones, no sé si puedo soportar que alguien me vuelva a fallar así. No me falles."

No podía detener sus lágrimas y su deseo de añoranza. El pecado fue el que lo contuvo en todos esos años, en cada desilución, en cada crisis y en cada cirugía. Lo calmó, lo guío en su camino, lo aconsejó y también se convirtió en el único amigo que había tenido. Era tan valioso para él, no podía concebir que lo había dejado. No de esa forma tan cruel. Ozzie no era así... No quería pensar que Ozzie podía ser así.

"Confié en ti... Asmodeus..."

Se cubrió el rostro, cubrió sus labios para ahogar sus sollozos fuertes que se disfrazaban de gritos ahogados. No podía soportarlo, no podría soportar ser abandonado de nuevo, ser traicionado y ser arrojado como un pedazo de carne al fuego. Si volvía a pasar, perdería la razón. Solo había pasado desiluciones en esos años, con Blitzo y con Mammon, ya no podía más. Era su límite. Su mente se rompería si Ozzie también lo lastimaba de esa forma.

"Ayúdame... Por favor..."

Rogó en silencio que volviera, rogó como nunca. Ese fue uno de sus días tormentosos, más oscuros y fríos que la lluvia del exterior. Fizzarolli se quedó dormido llorando, porque todos los días y las noches eran así. Pensaba en Asmodeus, recordaba lo hermoso que era y luego suplicaba que volviera, incluso más fuerte que con Blitzo. No podía pensar en otra cosa, ni en su rehabilitación, ni en su futuro ni en nada. Solo en Ozzie.

—Fizz...

Una mano cuidadosa se posó sobre su pequeña espalda.

Los ojos de Fizz, irritados, rojizos y cubiertos por ojeras negras, se entre abrieron lentamente.

Esa caricia tan amable... y su perfume. Esa voz grave, culposa. Su rostro se arrugó por el momento al sentir como volvía a sucumbir ante sus lágrimas. Se arrojó a los brazos de Asmodeus al lado de su cama, lloró muy aterrorizado de que fuera un sueño, pero supo que era real porque el pecado también lo abrazó con esa contención que tanto necesitaba de él. No lo había dejado, había vuelto por él, no lo abandonó, no era como los demás.

—¿No ibas a volver? —le reclamó con la voz quebrada y roto en llanto— ¿Ibas a dejarme solo?

Asmodeus estaba abrazando su pequeño cuerpo tembloroso. Sintió esa amargura tan latente en Fizz, se sintió muy culpable por haber causado ese estado en él debido a su ausencia. El pobre era muy sensible ante las distancias bruscas, sabía que lo había lastimado, que era su culpa y que no tenía perdón. Se fue sin dar explicaciones y dejó una bomba en su cabeza, era normal que estuviera así, tan desesperado y herido.

Pero tuvo que alejarse, tuvo que pensar en sus movimientos y en lo que había hecho. No sabía si Fizzarolli lo había pensado en todo ese tiempo que no estuvo, si había evaluado en algún momento la razón por la cual se había ido o si solo se había perdido en su dolor.

—Pense... en jamás volver —admitió Asmodeus con vergüenza al tenerlo tan aferrado a su cuerpo.

Fizzarolli no quería soltarlo, no quería que se moviera de ese lugar nunca más. Levantó su rostro empapado en lágrimas y amplió su mirada triste y preocupada hacia él.

—... No quiero que te vayas —volvió a enterrar su rostro contra su pecho. Nunca le había rogado así, nunca se mostró de esa manera con él. Estaba dejando al descubierto lo frágil de su corazón y todos los miedos que más lo torturaban y era vergonzoso que viera su peor versión.

You are loving | RebirthWhere stories live. Discover now