03. Cuando las Sombras Vuelven.

8 2 3
                                    

Gracias a la misericordia de Dios, muchas veces he podido experimentar, como el quita de mi vida alguna dificultad que había estado atravesando. ¡Y alabado sea el Señor por eso! Sin embargo, muchas veces, Dios también a permitido que estas dificultades vuelvan a mi vida.

Sé que esto no es algo que me haya pasado solo a mí. Creo que es algo que todos experimentamos. Lo experimentamos cuando una enfermedad vuelve a nuestro cuerpo, o al de alguna de las personas que amamos, también cuando descubrimos que, para empezar, dicha enfermedad nunca se fue. Lo experimentamos cuando reaparece la tentación de un pecado del que creíamos ser libres. Lo experimentamos cuando, de estar gozosos, la ansiedad y la profunda tristeza, de nuevo, inundan nuestra mente y corazón.

La pregunta que surge a en mi mente con todo esto es, ¿y qué pasa entonces? ¿Qué podemos hacer cuando las sombras vuelven a nuestra vida, cuando el cielo que una vez el Señor limpió, vuelve a llenarse de nubes de lluvia? Bueno, escribí este relato intentando contestar esta pregunta.

···

Que bien se había sentido ser libre.

Que su salud se recuperara. Que su piel y sus huesos hubieran recobrado vigor. Que las heridas de su alma empezaran a cicatrizar. Había sido tan bueno encontrarse de nuevo en casa, en su ciudad, donde estaba el castillo del rey, y donde vivían los siervos del rey.

Y sin embargo, en un instante, todo aquello amenazaba con desaparecer. Era como si toda la bondad que había logrado experimentar, armara rápidamente las maletas para irse y nunca volver. La razón de su sentir, era que había logrado ver por su ventana, aún en la lejanía, a aquella figura oscura, humeante y llena de tentáculos. Reclamaba su atención. Carcomía la cordura de Lucas.

El muchacho se aferró al marco de la ventana, bajando su cabeza. No era capaz de mirar a la criatura un segundo más. Su mente se sumió en un espiral de miedo y desesperación. No quería perderse de nuevo, no quería alejarse otra vez del rey y los suyos. No quería que el monstruo carcomiera cada gramo de su energía y vigor. No quería que se llevara su esperanza. Sin embargo, también sabía que no iba a poder con el monstruo. No tenía fuerzas suficientes, no estaba listo, no soportaría, no era tan valiente. El dolor aguijoneó su corazón.

Lucas también sabía que tenía que hacer algo, lo que fuera, pues el monstruo se acercaba. Sin embargo, sentía que sus pies estaban pegados al piso. «¿Y si esta vez en verdad termina conmigo? —pensó—, solo pude escapar la primera vez porque...». No completó el pensamiento, supo qué tenía que hacer.

Una ola de valor calentó su corazón, y bajó por sus piernas despegándole los pies del suelo. Así que corrió hacia afuera, a la calle empedrada y empinada. Voló entre las casas de los siervos del Rey. Avanzó colina arriba, fijando sus ojos en el majestuoso palacio en la cima.

Volteó atrás, y vio al monstruo avanzando hacia él. Entonces, Lucas avanzó aún más rápido, y subió apresurado las escaleras que llevaban al palacio. Cuando, finalmente, llegó a las puertas principales, estas se abrieron de par en par.

El palacio era hermoso, perfecto en todo sentido, pero eso no fue lo que impresionó a Lucas. No, eso nunca era lo que lo impresionaba. Lo que capturaba su atención, siempre era la figura que lo miraba desde el imponente trono.

Lucas dio un paso inseguro hacia el frente. Tomó aíre para hablar, pero las palabras no salieron. Sentía que el valor que lo había llevado hasta allí se deshacía, y ahora, todas sus emociones se atoraban en su garganta. Cayó de rodillas, y las lágrimas salieron descontroladas.

Apenas y pudo ver como el rey se levantaba de su trono y se acercaba a él.

—¿Qué sucede? —preguntó, sereno, fuerte y amoroso.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 09 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Al Final de Nuestros CaminosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora