18: Volver a casa

Start from the beginning
                                    

De todos modos, me vi forzada a contener mi incomodidad y me acerqué a ellos para preguntar.

—¿Qué sucede? ¿Le pasó algo grave a Juvia? —dijo el soldado, pareciendo alarmado.

Negué de inmediato con la cabeza, aunque al no saber cómo decir lo que ocurría terminé por levantar las alarmas incluso de Alexander.

—Lili, ¿qué pasó? Lo solucionaremos —aseguró.

—No, no, en serio. Es solo que... bueno, aparte de darle alguna poción y poner algunos tratamientos en sus heridas no puedo hacer más. Sería mejor que Sebastian la revisara, estoy segura de que puede hacer mucho más que yo —expliqué a la carrera, haciendo que ambos parecieran algo aliviados, pues parecían haber temido algo peor.

—Juvia no consentirá que la revise Sebastian —recordó Lionel.

—Está inconsciente, deberías de aceptar la sugerencia de Lilineth para que mejore más rápido, Sebastian sabe comportarse y si la revisa en este momento, seguramente Juvia ni siquiera va a enterarse —replicó Alexander antes de dirigirse a mí—. Ve por Sebastian y luego ve con Megan y Abby. Iré a buscarte más tarde, tenemos cosas de qué hablar.

Asentí de inmediato sin atreverme a ver a Lionel a los ojos, dando media vuelta y retomando mi carrera a la Torre para buscar a Sebastian.

Mi corazón se saltó un latido al pensar en que Alexander debía seguir molesto de alguna forma por haberme ido y me sentí culpable por eso y por haber decidido ocultar lo que había descubierto sobre Dante.

Alexander me había dejado más que claro que no estaba enojado, pero yo sabía que debía estarlo. Incluso yo estaba molesta por haber salido de la armada sin permiso, por haber sido engañada por Dan y peor aún, por haberme creído capaz de engañarlo y haber terminado en el medio de un problema incluso mayor que no podía compartir con nadie.

Me abstuve de regañarme incluso más cuando me encontré frente a la Torre, entrando y esperando ver al mago como siempre en su mesa de trabajo. Ahí estaba, absorto en sus experimentos como de costumbre y la culpa volvió a golpear mi pecho.

No sabía si Alexander les había contado a todos de mi expedición y no sabía ni siquiera cómo comenzar a disculparme si es que lo había hecho.

Todos habían sido amables conmigo y se sentía como si los hubiese traicionado a todos por mi imprudencia.

Me quedé congelada en la puerta sin poder juntar el valor para hablarle, sintiéndome demasiado avergonzada y preguntándome cómo encararía al resto de mis amigos tras lo que había hecho. En ese momento, el mago alzó la vista, mirándome con una chispa de sorpresa que pronto dio paso a la preocupación.

—Nethy, ¿pasó algo? ¿Qué tienes? —preguntó, poniéndose de pie y llegando hasta mí para tomarme de los hombros.

Fue en ese momento en el que me di cuenta de que había estado llorando, aunque no tenía ni idea de por cuánto tiempo, ni siquiera sabía por cuántos minutos había estado ahí parada antes de que él me notara.

Negué con la cabeza, balbuceando una disculpa que me hizo sentir mucho más culpable.

—Jamás debí haberme ido. Debí haberme quedado contigo a aprender cómo usar mi magia —me lamenté, sintiéndome incluso peor cuando Sebastian, sin comprender, solo me envolvió en un abrazo, tratando de ayudarme a calmarme.

—Pero... ¿qué sucedió, Nethy? ¿Por qué dices eso? ¿Adónde fuiste? —preguntó extrañado, cuando conseguí calmarme lo suficiente como para ser capaz de responderle.

—¿Alexander no les dijo nada? —quise saber, sintiéndome un poco extraña al pensar que no le había contado algo así de importante a su hermano.

—No, ¿sobre qué? —dudó, aunque parecía estar haciéndose una idea—. Por eso salió anoche, ¿no es cierto?

Guerra de Ensueño I: Princesa sin nombreWhere stories live. Discover now