6. Cambios de humor

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Así que caminé hacia la cancha rogando por que Christine no estuviera ahí.

El equipo estaba entrenando, justo como los últimos dos días. Evité mirar a la cancha mientras me iba acercando a las gradas, una postura conocida se divisaba en ellas.

Mierda.

Saqué mi teléfono para pedirle a uno de los choferes de Christine que viniera por nosotras, volví a guardarlo cuando estuve más cerca.

Estaba relajada mirando aquel juego de entrenamiento, la ví sonreír un par de veces.

—De todos los lugares, no me imagine encontrarte aquí —rompí el silencio

—¿Estás segura? —preguntó sin mirarme

—Bueno, una pequeña parte de mí si creía que estabas aquí, pero no quería confirmarla —la vi sonreír—. Te olvidaste de las cosas

—Por un momento, sí

Decidí mirar aquel juego, como cada entrenamiento había algunas chicas con una camiseta de malla —para diferenciarlas del otro equipo—. La entrenadora había hecho interesante este partido, pues vi a Eliza con una de esas camisetas, estaba jugando contra su mejor amiga.

Eso sí era interesante, pues a las dos siempre les ha gustado jugar una al lado de la otra, en especial porque saben coordinarse.

—Y ¿Estás bien con eso? —pregunté

—Estoy bien con eso —me senté a su lado, mientras seguía admirando aquel juego.

—¿Entiendes algo de esto? —pregunté

—No, ni siquiera se porque sigo aquí si no lo entiendo

—Yo sí —comenté sin dejar de ver a Eliza—. Te pone feliz verla emocionada, ver cómo se siente viva —sonreí—, ella te esta haciendo feliz

Eliza soltó una risa cuando le quitó el balón a Emilia. Ella era feliz ante esto, esto la hacía feliz, esto la llenaba, esto fue su refugio después de que yo me fuí.

No la merezco, Eliza no merecía sufrir así.

Que estúpida soy.

No sé cuánto tiempo estuvimos ahí, la entrenadora hizo sonar su silbato y las chicas empezaron a chocar sus palmas entre sí.

—¿Y Damián?

—Me envió un mensaje diciéndome que lo del casillero fue una excusa para largarse a su casa, que no aguanta tu genio cuando te pones así —escuché mis propias palabras. Mierda—, eso último no te lo debí de haber dicho —murmuré

—Bueno, estoy mejor y no hay porque amargarnos con ello

—Hey —Emilia llegó a nuestro lado— ¿Mejor?

—Mejor —comentó Christine

—Hola, Stella —me saludó en cuando me noto

—Hola, Emilia —me levanté—. Te esperaré en el auto —avisé y mire a Emilia—. Gran juego

Me alejé después que me agradeciera, sentí un par de miradas sobre mí, supuse que serían las chicas del equipo, pues Eliza dudo mucho que quiera saber de mí después de aquella "charla". Mire mi teléfono cuando notificó un mensaje.

Jones: ¿Te vas tan pronto?

Fruncí mi ceño, sentí mi corazón empezar a latir un poco rápido.

Stella: Creí que no querías saber de mi

Jones: Creí que Christine era la única fan de Emilia

Una última partidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora