—Ahora mismo, pienso que de alguna tonta manera, tú pierdes tu tranquilidad cuando estoy derrumbándome —Fizz pensó en voz alta, cerró sus ojos con la respiración entrecortada y se aferró al pecado—. Ozz, te preocupas mucho por mi...

Se frotó débilmente contra su piel, porque sentir su cuerpo era lo único que le tranquilizaba el espíritu. Sentir que no estaba solo en una lucha tan dificultosa causaba que no se rindiera. Sin Asmodeus, hubiera muerto en solo un par de meses ante las primeras intervenciones quirúrgicas. Era gracias a él que su vida se había extendido un poco.

Y aún en su deplorable estado, en su peor recaída, se preocupó por Ozzie. Lo sentía temblar del miedo, lo sentía sufrir a su lado. Lo único que hizo hasta ese momento fue llenarlo de preocupación y miedos que antes no tenía. No quería que se sintiera tan abatido por su insignificante existencia.

—No quiero que sufras, Ozzie —se lamentó en voz alta—. Has sido el único que me ha querido todo este tiempo, eres gentil. No mereces sufrir por alguien tan roto como yo.

Fizzarolli alzó un poco su mirada hacia el pecado, el imp sentía sus mejillas arder ante lo afiebrado que estaba. Pudo enfocar su mirada por unos cuantos segundos, sus ojos perdidos miraron a Ozz y se cristalizaron. Levantó una mano y acunó la mejilla suave y tierna del pecado, provocando que Asmodeus abriera sus grandes ojos brillantes totalmente atónito.

—Lo he pensado por mucho tiempo... ¿Por qué el rey Asmodeus se preocupa por mi?

El corazón de Ozzie latió tan fuerte, el pequeño imp lo hizo sentir el amor más intenso que alguna vez alguien pudo experimentar. Asmodeus tomó su mano sobre su mejilla, la envolvió entre sus dedos y sintió sus ojos llenarse de lágrimas. A pesar de que Fizzarolli se estaba desmoronando, se preocupaba por él. Ozzie se angustió de una manera tan brusca que sus ojos se llenaron de lágrimas y se estremeció de pies a cabeza.

—No lo entiendo, pero... —Fizz bajó su mano y volvió a reposar su mejilla contra el pecho del contrario, perdía fuerzas incluso tratando de hacer actos simples—. Solo sé que no deberías hacerlo, me olvidarás con facilidad... —suspiró y volvió a cerrar sus ojos—. Tu tiempo es eterno y lo poco que pasamos juntos es solo un corto momento para ti.

Asmodeus le negó, estaba totalmente equivocado. Fue presa de la desesperación, tenía que cambiar esos pensamientos tan errados de su mente.

—En lo único que tienes razón es en que me preocupas mucho —le aseguró mientras lo acurrucaba más fuerte entre sus brazos y dejaba caer sus tristes lágrimas—. No morirás en muchos años. Eres muy joven y te queda demasiado tiempo por delante... —se negaba aceptar cualquier otra realidad que fuera diferente a esa—. Estás mejorando, todos podemos recaer. No es un desperdicio estar contigo, vale completamente la pena —Asmodeus tembló muy desestabilizado, se agitó y dejó que más lágrimas se desbordaran de sus ojos—. Quiero que seas fuerte, quiero que crezcas y seas muy fuerte.

Fizzarolli lo escuchó con claridad. Asmodeus se perdía en sufrimiento cuando se trataba de todo el dolor que lo atravesaba. Perdía el control, no podía controlar sus lágrimas y su intensa necesidad de protegerlo. Fizz lloró sin entender la razón. Había algo malo en su cabeza y en su corazón. Algo que no podía comprender, algo que hacía que cualquier dolor que sintiera Ozzie se convirtiera en el suyo propio. Si él sufría y se mostraba tan afectado, sentiría esa misma clase de pena.

No quería que Asmodeus sufriera. No quería que llorara por su culpa. Quería cuidarlo de la misma forma en la que él lo hacía.

—... ¿Por que estás conmigo, Ozz? Solo te causo problemas, solo te hago daño... —sus lágrimas silenciosas se derramaron contra la piel del pecho del pecado—. Pudiste irte hace mucho y ahorrarte todo esto, ¿por qué te sigues quedando?

—Porque te quiero... —contestó el contrario sin dudarlo, con la voz rota y su rostro lleno de amargura.

Tal vez no podía decírselo de verdad, quizá nunca tendría el valor de confesarle cuánto lo amaba y lo necesitaba. Pero, al menos, quería que entendiera la magnitud de la importancia que tenía en su vida.

Desde que Fizzarolli llegó, pudo sentir lo que era la felicidad. Pasaron muchos siglos en los que se sintió solo, sin motivaciones o propósitos, sin placer, sin nada que removiera algo en su interior, sin tener personas alrededor que lo hicieran sentir vivo. Él llegó como si fuera luz, como si fuera esperanza y pureza.

—No voy a irme como lo hicieron los demás. No quiero hacerlo. Quiero... —ocultó su rostro en su pequeño cuerpo y le rogó— quiero ser parte de tu vida, déjame serlo.

Fizzarolli alzó sus brazos y rodeo el cuello del pecado. Frotó su mejilla con la de Asmodeus y sonrió suavemente, porque sentir su piel contra sus tiernas plumas lo llenaba de calma. También lo quería, lo quería mucho. No quería que volviera a llorar por su culpa.

—Ya eres parte de mi vida, te acepté desde hace mucho tiempo.

Besó la mejilla de Asmodeus... luego dejó que su rostro fuera protegido por el abundante plumaje de su cuello, dejándose caer allí ante el confort que le brindaba ese lugar cálido y suave como nubes.

Ozzie lo sujetó con más fuerza, jadeó consternado y comenzó a temblar de forma inestable. Todo su plumaje se erizó por instinto, incluso sintió como la sangre en sus venas comenzaba a fluir más rápido debido al intenso palpitar de su corazón. Ozzie sentía gruesas lágrimas caer sobre sus mejillas, era felicidad, preocupación y también los nervios de la inexperiencia y de la primera vez.

Cerró sus ojos y protegió ese delgado cuerpo entre sus fuertes brazos. Jamás quería volver a soltarlo.

You are loving | RebirthМесто, где живут истории. Откройте их для себя