PRÓLOGO

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Me rodeó por detrás y empezó a pegar todo su cuerpo a mí haciendo que sienta todo. Podría decir que esa fue la peor parte, pero lo peor recién estaba por venir. Empezó a aplicar sobre mí la misma fuerza y presión de aquella vez, de aquella mañana que amanecí en su casa. Me apretó el cuello de tal manera que me estaba dejando sin respiración; y no me suelta hasta que he dejado de luchar contra él.

— ¿¡Qué te pasa!? — digo mientras me paso la mano lentamente por el cuello. Aún se siente como si estuviese asfixiándome —. ¿Es que acaso has perdido la cabeza?

— Ya que tengo esta oportunidad de estar a solas contigo, en un lugar en el que no vamos a causar problemas, ha llegado la hora de que me escuches — se lame los labios con una chispa oscura dentro de sus ojos.

— ¿Qué es lo que quieres? — pregunto mientras trato de no ahogarme con mi propia saliva.

— La cosa es simple — sonrió —. Quiero que me quieras.

— ¿Qué?

— Eso. Solo quiero que me quieras, Marian. 

Si Tan Solo Existieran Los Finales FelicesWhere stories live. Discover now