1: Tu nuevo accesorio

480 40 16
                                    


Después de un lapso de tiempo de tortura por parte del hombre austriaco, este un día me miró, y con una gran sonrisa me coloco un gélido y gran collar de metal alrededor de mi cuello.

Este era algo pesado e incómodo, y si, estaba segura de haberlo visto en el pobre y pequeño Ren.

Este accesorio solo podría significar una cosa.

El había dejado claro, que me daría un chance de vivir  a cambio de sumisión y obediencia completa.

Vivir a cambio de mi poca cordura y dignidad.

        
............................…⁠ᘛ⁠⁐̤⁠ᕐ⁠ᐷ

—Vaya, me sorprende lo bien que te queda.

Lo miraste.

Al parecer, estaba admirando mi ahora nuevo collar, ¿Para que me lo puso? ¿Será que es para remarcar el hecho de que me tratara como su maldita perra? Y
¿Por qué rayos es tan pesado?

Strade se estiró y soltó un suspiro de mera comodidad para después llamar a su fiel servidor.

—¡Ren!, ¡ven aquí!

Hubo un silencio de algunos segundos, para después escucharse unos pasitos apresurados del mismo Ren.

—¿S-si?—Este ya aqui, pregunto cabizbajamente a strade.

—Quiero que le expliques un par de cosas a mi nueva mascota.

—¿H-mm? ¿El qué?

—Lo necesario, con tal de que no me dé problemas y sea obediente.

Ren asiente aún sin hacer contacto visual con Strade para después que este mismo se marche, dejándonos solos al pequeño zorro y a mi en el sótano.

Hubo un silencio incomodo hasta que estuvimos seguros que strade se fue, y casi de inmediato, ren se lanzo hacia mí para darme un abrazo.

Uno tan fuerte que me hizo sisear un poco del dolor por mis heridas recientes.

—Ouch.

Ren al escucharme, se alarma y rápidamente me suelta con preocupación.

—¡A-ah! ¡Lo siento! ¿Te encuentras bien? ¿Duele?

—Si, si, tranquilo, estoy bien.—Dije tratando de darle algo de tranquilidad al pobre.

—No quería lastimarte, solo es que, me alegra de que...pues sigas aquí...tuviste suerte.—sus orejas afelpadas se inclinaron había abajo.

—Yo...no se si también comparta mi felicidad tanto como tú de que siga con vida, pero, de lo que si estoy segura, es que me alegro de verte, a final de cuentas tu me diste un poco de ayuda el otro día.

—¡Oh! No fue nada, era lo menos que podía ofrecer en una situación como esa. Y a eso, ¿Estás bien? ¿Qué fue lo que te hizo?— Preguntó nuevamente con preocupación analizando mi cuerpo semidesnudo.

—solo uno que otro rasguño, no tienes de que preocuparte.—volví a minimizar mi situación para calmarlo, y en vez de hablar de mis heridas, decido preguntar a lo que strade le ordenó que hiciera.—Oh, es cierto, Ren...

Obedeceme Donde viven las historias. Descúbrelo ahora