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Capítulo 29

Salida

—¿Hola?— mi voz sonó asustada, porque lo estaba. Un momento, había hablado.

¡Hablado!

¡Iba a morir!

Quise darme la vuelta e ir corriendo con Zayda, y cuando me armé de valor las luces volvieron encenderse dejándome ver los papeles, ahora todos juntos.

Al levantarlos eran simples letras sin sentido.

«D» «p» «a» «i» «y» «s» «c»

Presentía que algo muy malo pasaría, vi para todos los lados, pero era igual, todo. Incluso antes podría jurar que no era claustrofóbico, pero ahora estaba a punto de colapsar por el lugar tan asfixiante en el que estaba.

Seguía sintiendo algo sobre mí, como si me estuvieran persiguiendo. Me veían.

Caminando pude visualizar la puerta. Mis ojos bonitos.

Solo que esta vez había un gran espejo enfrente, pero no me reflejaba yo, más bien un hombre alto y delgado, no alcanzaba a ver su rostro, así que me acerqué tratando de reconocerlo, si es cierto daba miedo, pero me sentía hasta cierto punto protegido por aquel cristal.

Él estaba por dentro, agachó su cabeza y entonces entendí su acción.

—Indefenso—, su voz sonó por todo el pasillo, calándome hasta los huesos. Su voz era gruesa, pero nada joven.

Tratando de ver más a fondo entrecerré mis ojos, todo estaba oscuro. De repente, se paró y pide observar su sonrisa de boca abierta. Atrás de él, luces color azul oscuro y morado iluminaron el fondo.

Un ruido llamó mi atención.

La pared empezó a bajar, volviendo a ser pared, simple pared.

Y antes de desaparecer él y aquel cuarto secreto, dos papeles cayeron.

«L» y «Z»

Algo me decía que la verdad estaba en mis narices, pero mi cabeza no daba.

Quiero salir, necesito salir.

Volteó, y aumento mis pasos tocando con urgencia la puerta donde estaba Zayda.

—¡Zayda!, ¡Zayda! Sal— empiezo a tocar más desesperado.

La luz empezó a parpadear una vez más. ¡Me van a volver loco!

Quería salir corriendo, pero estaba mi ojos bonito encerrada, quizás asustada y no la dejaría sola.