CAPÍTULO 4

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Bitácora del capitán 5:

Explorando el barco pude encontrar unas viejas cañas de pescar. Nunca he ido de pesca, pero ¿qué tan difícil puede ser? Intentare atrapar algún pez para tener algo fresco para comer. En la tarde llovió un poco, y pude recoger algo de agua. Mientras dormía una siesta pude escuchar el musitar de un ratón, pero probablemente fue mi imaginación.

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La celda era oscura y fría. Una reja de gruesas barras de hierro negras bloqueada con cuatro pesados candados impedían que su único prisionero escapara. Tendido sobre un sucio y duro catre, se encontraba el ahora prisionero pirata Wick. Cuatro cadenas que ataban sus manos y pies a la pared del fondo, y un punzante dolor de cabeza impedía que se moviera. La poca luz que se colaba por una pequeña ventana con barrotes era como agujas para sus ojos. Tenía la boca totalmente seca.

Una pesada puerta de madera se destranco y crujió al fondo, seguido por un fuerte golpe que resonó en el cerebro del deshidratado pirata Wick. Unos pasos metálicos se oyeron por el pasillo de piedra y se detuvieron frente a la única celda ocupada.

- Eres un inmenso imbécil, Wick- dijo un hombre vestido con una armadura plateada reluciente-. Te dije que jamás volvieras por aquí, incluso si tu vida dependía de ello, porque si regresabas yo mismo te mataría. En cuatro meses serás colgado en la plaza. Ni siquiera fue necesario un juicio...

- ¿cuatro meses? - dijo el crudo pirata Wick mientras se reincorporaba con mucha dificultad-. ¡No puede ser posible! necesito que sea en tres. Te lo suplico amigo, diles que me cuelguen en tres meses.

- No me llames así- contesto el soldado con severidad-, tú y yo ya no somos amigos. Pero si lo quieres es morir, te puedo matar ahora mismo.

- ¡No! Necesito que sea en tres meses – los ojos entrecerrados del pirata Wick ardían con un suplicante fulgor –. Por favor, Ben. Por nuestro pasado, solo por esta vez, haz que me cuelguen en tres meses.

- No entiendo porque quieres morir como un sucio pirata. Solo tienes que pedir clem...

- Eso no importa ahora – interrumpió el pirata Wick-, ayúdame una última vez.

- Beatrice jamás te lo va a perdonar ni a mí, Wick.

- Lo sé, nada de lo que he hecho tiene perdón – los ojos rojos del pirata se posaron en la pechera del soldado.

- Veré que puedo hacer – dijo Ben resignado ante la mirada del pirata Wick-. Pobre Beatrice, su corazón no lo va a soportar.

- Si... lo sé – resopló resignado el pirata, que se sentó bruscamente en el catre-. Así que... ahora eres uno de ellos.

- Sí, ese siempre fue nuestro sueño – respondió Ben, quien portaba orgulloso el emblema del sol en su pecho-. Si tan solo no lo hubieras echado a perder...

- Basta ya de reproches- gruño el pirata Wick que se había acostado dándole la espalda a Ben-. Solo ve y asegúrate de que me cuelguen en tres meses. Y por favor, no vuelvas a venir.

Era muy temprano por la mañana en medio del océano. Jon dormía, mientras soñaba con su antigua vida, recordaba lo feliz que era cuando salía de su casa al trabajo, no porque le gustara trabajar sino porque podía pasar por ese bello jardín lleno de flores y plantas medicinales, algunas traídas de tierras muy lejanas, pero todas ellas cuidadas con delicadeza y dedicación. Ese sueño le traía una incómoda calma que poco a poco se fue tornando en un dolor punzante en lo alto del estómago. Su sueño fue interrumpido por un extraño y pegajoso, pero familiar peso en su pierna. Al abrir los ojos saltó de la cama, y no pudo evitar gritar << ¿otra vez tú?>>. Era el caracol que lo había estado siguiendo por la isla. Jon no entendía cuál era la fascinación del caracol por él, pero concluyó que no había imaginado lo que le gritó Margaret al final, así que no tenía otra opción más que aceptar y cuidar a su adlátere, y así decidió con resignación llamarlo Poli.

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⏰ Last updated: Feb 18 ⏰

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Las crónicas de Dorian SpaghettiWhere stories live. Discover now