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No importaba lo que Marcos había dicho. Nadie iba a dejar a Mateo en paz. Todos ellos se aprovechaban de su obediencia. Mateo lo ignoraba. Para hacerlo ver como si no le molestara. Las personas saben eso. Pero, ¿en realidad lo saben? Dentro de Mateo, cada apodo que le ponen, cada orden que le dan, o un simple empujón en el pasillo... a Mateo le importaba. Le importaba mucho. Y le duele. El simplemente no lo entiende. No tiene ni siquiera un amigo para ayudarle a defenderse. Ni uno.

El martes pasó.

Lo mismo el miércoles.

Luego el jueves.

Ahora, por fin el viernes.

Cuando la campana final sonó, Mateo se quedó en su asiento hasta que la clase estuviera vacía, así no tendría ningún problema. Cuando la clase y la mayor parte de los pasillos estaban vacíos, se levantó y caminó hacia su casillero. Arrojó sus libros y agarró su mochila huyendo del pasillo.

Estuvo a punto de salón por la puerta para ir a casa cuando nada menos que Dani, lo detuvo.

-Hey, Mateo- se burló

-Hola, Dani- Mateo dijo lentamente

-¿Creíste que te podías salir con la tuya?

-¿De que estas hablando?¿Salirme con la mía?- preguntó Mateo confundido

-¡No te hagas el tonto conmigo!- grito Dani

¿De qué está hablando?¿Se ha vuelto loco?

Mateo estaba muy confundido.

-Manuel me golpeó por ti- Dani dijo con puro disgusto.

¿De quién está hablando?¿Quién es Manuel?

-¡N... no! ¡Nunca! ¡Ni... ni siquiera se quien es Manuel!- dijo Mateo mientras retrocedía cuando Dani empezó a dar pasos hacia el.

-Mentiroso. Solo los bebes son mentirosos. Manuel no solo me golpeó a mi, también lastimó a Valentín.

Eso explica el ojo negro de Dani y también la ausencia de Valentín al colegio, el lunes...

Mateo se apoyó en la pared y Dani se detuvo frente a él, dio un puñetazo en la pared junto a la cabeza de Mateo, haciéndole estremecerse bajo el fuerte golpe.

-Las vas a pagar, Palacios- Dani siseo

-¿Me he perdido la diversión, Dani?

Dani dio media vuelta para ver a Valentín acercándose con una sonrisa amenazadora.

Dani sonrió de vuelta.

-Nop, justo a tiempo, Valen

Dani dio un paso fuera para dejarle el camino libre a Valentín, cuando este se acercó y golpeó a Mateo en el estómago. Mateo gimió y se agarró el estómago mientras caía de rodillas. Dani se acercó y pateó a Mateo otra vez, haciéndole caer.

Mateo gritó cuando ambos muchachos comenzaron a patearlo en varios lugares.

-Siéntate, Mateo- Dani dijo cuando dejaron de patearlo.

Mateo temblorosamente se sentó.

-Golpea tu cabeza contra la pared- ordeno Valentín

Mateo gimió

¿Qué tengo que perder? Hagamos esto y terminemos de una vez.

Mateo bajó la cabeza y luego llevó su cabeza hacia atrás rápidamente, golpeándola en la pared.

Mateo gritó de dolor y se acostó en el suelo.

Valentín y Dani le dieron una última patada en el estómago.

-Ahí tienes lo que merecías anormal- dijo Dani

Valentín esculpió al lado de la cabeza de Mateo, luego ambos chicos salieron dejando a Mateo solo.

El cuerpo de Mateo temblaba de dolor. Sollozo y subió sus rodillas despacio a su pecho, y se sentó acurrucado en el suelo llorando.

-¿Por qué haces eso?

Mateo gimió y alzo la vista, encontrándose al familiar chico que le había ayudado una vez en la cafetería.

-¿H... hacer que?- dijo Mateo con voz ronca.

-¿Por qué dejas que se aprovechen de ti?¿Por que los escuchas?- preguntó

Mateo solo gimió de dolor.

-¿Q... quién eres?- preguntó Mateo débilmente.

-Manuel. Me gustaría ayudarte, pero sé que eres fuerte. Quiero verte levantarse por su cuenta. Levántate Mateo.

Mateo se levantó obedientemente con sus piernas temblorosas para solo volver a caer sobre el suelo otra vez.

Un tiro de dolor se esparció en él, gimió en agonía y un sollozo salió de sus temblorosos labios.

-Pobre bebé...- Manuel murmuró en voz baja mientras se inclinaba hacia abajo y levantaba al frágil chico para llevarlo a su coche.

Mateo se acurruco en Manuel y débilmente agarró su camisa.

Cuando llegaron al coche, Manuel abrió la puerta del asiento de atrás y suavemente acostó a Mateo en los asientos. Cerró la puerta, luego subió al asiento delantero y arrancó el vehículo, saliendo del aparcamiento escolar.

-Te voy a llevar a mi casa- dijo Manuel

Mateo no respondió. No le importaba a donde iba. Todo lo que le importaba era la cantidad de dolor que sentía.

Mateo cerró los ojos y comenzó a llorar de nuevo.

Manuel oyó los silenciosos sollozos del chico que estaba en el asiento de atrás, y frunció el ceño.

-Debí haber estado allí antes- Manuel susurro para si mismo, volteando hacia la entrada desde su casa, sintiéndose culpable. 

Obediente // TrueplikWhere stories live. Discover now