Capítulo 43.

Beginne am Anfang
                                    

Posiciona la punta en mi entrada y lo miro con un poco de miedo por descubrir algo nuevo.

—Relájate, te prometo que no la voy a meter entera, mi Luna.

Asiento pidiendo que me bese. Lo hace y entonces noto como su cabeza hace presión para entrar en mi interior.

—Dioses... no entra, Kenzo.

—Solo relájate, cariño, estás muy estrecha.

Siento que mete su cabeza entera y sollozo, esto arde. Gimoteo cuando él me besa para calmarme

—Relájate, mi Luna — susurra en mis labios y lo miro a los ojos — eso es, siento como me aprietas.

—Duele.

—Solo un momento, mi Luna.

Respiro para relajarme cuando deja besos por toda mi cara sin moverse abajo. Cuando siento que me he acostumbrado, levanto mis caderas. Necesito algo no se el qué.

—No te muevas, cariño. Créeme que va a dolerte mucho — su voz sale ahoga y sé que él necesita su orgasmo.

—Hazlo un poquito, pero no metas más, por favor. Duele.

Su iris ocupa casi todo su ojo, está muy excitado al igual que yo. Jamás sentí esto.

Disfruta y deja de pensar — me regaña Frodi.

Mueve su cintura un poco y jadeo al sentir como sale y vuelve a entrar muy despacio. Y solo es su cabeza.

Toca mi clítoris al mismo tiempo y solo hace falta cuatro pequeños empujes para que yo tenga otro orgasmo, sintiendo como mis paredes se aferran a él y gime.

Diosa... nunca había escuchado a un hombre gemir. Es el sonido más excitante.

—Mi Luna — gruñe cuando llega al orgasmo y sale de mi interior para dejar caer su semilla en mi barriga.

Me quedo paralizada observando como se descarga. Él...

No quiere cachorros, no quiere que los tengamos — le digo a mi loba, pero ella no me responde.

Me quedo con la mirada perdida. Mi cabeza es un lío y yo soy una ingenua.

—Cariño, ¿qué pasa? — me habla sujetando mi rostro — ¿te hice daño?

No le respondo y me doy la vuelta. No quiere cachorros conmigo, me mintió, pienso mientras lloro más y siento como mi mundo se viene abajo de nuevo.

Otra vez me ha mentido, otra vez me hizo daño. ¿Es que acaso disfruta al verme así?

Escúchalo antes de juzgar, cariño — habla mi loba.

—Jade, por favor, responde, ¿te hice daño? — siento su miedo y la angustia en su voz.

—No me quieres, me has mentido — le digo sin poder ocultar mi voz rota.

—¿Por qué dices eso? No te entiendo. Habla conmigo — me da la vuelta y limpia las lágrimas de mi cara.

No sirve de nada, ya que siguen saliendo sin control. Estoy muy sensible con la menstruación y lloro demasiado.

—Tú has acabado fuera, no lo hiciste dentro y dijiste que querías cachorros conmigo, pero has derramado tu semilla fuera — le reclamo mientras lloro como una niña de cinco años cuando pierde su muñeca.

Lo escucho reír y soltar un suspiro aliviado. ¿Tiene el descaro de reírse?

—Jade, cariño, ¿no sabes lo que es el nudo, verdad? — pregunta con una sonrisa sin dejar de mirarme.

—No se de qué hablas — respondo a la defensiva. No voy a dejar que se ría de mí.

—Cuando mi polla esté dentro de ti, el nudo sale para pasarte mi semilla y que no se escape, pero no puedo darte mi nudo sin antes haberte acostumbrado. Puedo desgarrar tu interior, por esa razón salí — me besa y dejo de llorar.

Nunca he hablado con nadie sobre este tema. ¿Con quién iba a hacerlo, con nana? Por la Diosa, que vergüenza. ¿Con Sinnia? Mucho menos, podría haberle dicho a mi hermano que andaba de curiosa por la vida. Y ni pensar en mi hermano.

—Yo no sabía eso — sollozo dándome la vuelta y me lanzo a sus brazos necesitando su calor.

—Lo sé, cariño, pero quiero que sepas que si te quiero, Jade. Eres mi mundo.

Deja un beso en mi frente y nos levanta para ir al baño. Me recojo el cabello antes de darnos una ducha rápida y veo que su semilla ahora baja por mi pierna, con sangre en mi interior.

Bajamos a la cocina después de vestirnos y vemos a nana y Sinnia.

—Buenos días — las saludo con una sonrisa.

—Buenos días, cariño. ¿Te sientes mejor? — me pregunta nana y siento como se me calientan las mejillas.

No me duele nada porque he tenido unos cuantos orgasmos y eso parece que ayuda.

—Sí, ya no me duele apenas — abro mi silla para sentarme y desayunar.

Sinnia me mira fijamente sonriendo de lado. Maldición, ella lo sabe. Sabe lo que hago con Kenzo.

—Imagino que esa bolsa hace bien su trabajo — habla con diversión y no hace falta ser muy listo para saber que no habla de la bolsa térmica.

Carraspero poniendo los ojos en mi plato para desayunar. Escucho como se ríen y las miro con las cejas juntas. Seguro estoy haciendo una mueca con mi cara.

—No se rían de mí.

—No nos reímos de ti, cariño. Eres muy valiosa para nosotras, mi dulce niña — habla nana mirándome con amor.

Mi LunaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt