—No soy un perverso. He tenido milenios para reflexionar sobre el placer y he aprendido mucho por mis experiencias y meditaciones sobre el significado de la lujuria —le dijo en un tono suave y calmado para que Fizzarolli no le temiera—. A pesar de lo que todos creen, la lujuria no me convierte en un animal sin restricciones. Eso tal vez sucedía hace miles de años atrás, pero no actualmente —Ozzie quería que le creyera, estaba siendo totalmente sincero después de todo—. Los pecados evolucionamos y maduramos. Solo quiero hablar contigo y hacer que duermas tranquilo, de verdad... —le transmitió con calma. Quería intentar que lo dejara de considerar una amenaza.

A pesar de todo, Fizz se le quedó mirando con el ceño fruncido y con esa desconfianza tajante que no podía borrar de su ser. No podía relajarse o bajar la guardia, no con él allí.

Al percibir que sus palabras no cambiaban su forma de pensar, Asmodeus entrecerró sus ojos con algo de decepción y le desvió la mirada.

—Solo... si tú quieres. Sé que aún no confías en mí y es entendible —le dijo al comprender la situación que los atravesaba a los dos.

Fizzarolli lo comenzó a pensar, consideró sus opciones. Cada noche era una tortura, literalmente. Despertaba llorando y, a veces, vomitando. La angustia de los sueños le rompía la mente y siempre tenía fuertes crisis nerviosas en medio de las horas de sueño y también luego de despertar. Era porque estaba solo, nadie lo cuidaba en las noches, todo estaba silencioso y oscuro. Y solo sus pensamientos se quedaban con él para aterrorizarlo y hacerlo pensar en cosas horribles.

La sola idea de que alguien, cualquiera, se quedara a su lado toda la noche y al menos pudiera distraerlo de alguna manera lo hizo sentir que quizá no sería una noche tan mala. No ese día al menos. Y Asmodeus le aseguraba que no tenía una intención doble. Se obligó a si mismo a creerle, quizá tenía sentido porque nadie querría acostarse con alguien tan roto como él.

Finalmente, Fizz tomó la manga de su camisa y lo jaló un par de veces para que le prestara atención. Asmodeus se sobresaltó ante su agarre tierno y lo miró desde arriba y Fizz aprovechó su atención y se comunicó con él en señas.

Está bien. Las noches son difíciles para mí.

Parpadeó al aceptar esa propuesta. Luego, le corrió la mirada con nerviosismo y disgusto y trató de lucir fuerte, pero no lo logró. Aún estaba temeroso ante la presencia de la lujuria.

—¿No me harás daño, verdad?

Ozzie sintió felicidad luego de ser aceptado por Fizz. Le negó efusivamente, tanto así que se dejó llevar por la euforia.

—¡No, no lo haré! Nunca te haré daño.

Fizzarolli aún tenía muchas dudas. Parecía sincero, parecía diferente a los tipos de la realeza que siempre eran crueles cuando venían al circo. Volvió a cuestionar en señas sobre sus verdaderas intenciones y lo contempló fijamente. Necesitaba saber que se traía entre manos al querer pasar tiempo con él.

Eres un sangre azul, ¿por qué debería confiar en ti? Ustedes no nos quieren. Odian a las razas de poco valor.

Asmodeus entendió la razón de su desconfianza, era totalmente válido. La mayoría de la realeza trataba mal a las diferentes razas que no fueran su círculo cerrado. Incluso él era así. No podía negárselo y ser un hipócrita. Pero, por alguna razón, Ozzie estaba siendo conmovido por ese imp y por eso era diferente.

Sin embargo, no era una gran diferencia entre los de las altas clases. Era difícil contradecirlo y, aún así, necesitaba demostrarle que no sería una mala persona. No podía pretender que le regalara su confianza de un momento a otro, debía construir poco a poco un camino para que él pudiera establecer ese lazo sin tener miedo de volver a ser lastimado.

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