Abril

Los mensajes se acumulan, uno tras otro. Pero es un nuevo mensaje de Abril el que me deja sin aire:

Y si terminamos como Leticia?

Piensen en eso

Abril

El corazón se me acelera, un tamborileo sordo choca contra mi pecho. Recuerdo las cartas de las que habló en los mensajes anteriores, basta con eso para que la piel se me erice. El miedo que me asfixia se fusiona con la confusión, formando un nudo en mi estómago.

«¿Está todo conectado? ¿Leticia se suicidó a causa de las cartas? ¿Por qué Rachel apareció justamente hoy?», las preguntas giran en mi cabeza sin detenerse.

El autobús se acerca y en el segundo que los estudiantes se lanzan hacia la punta de la parada, rompo la cadena de preguntas que se acumulan en mi mente. Me guardo el móvil para luego formarme en la fila que se hace en la puerta del bus. En cuanto es mi turno, subo los escalones con pasos mecánicos, ocupando el asiento que me corresponde. Ya sentada doy una ojeada a mi alrededor, observando el espectáculo de rostros marcados por emociones encontradas. De alguna u otra forma a todos parece haberle afectado la muerte de Leticia, claro está que no era alguien agradable, pero no por eso es justo que haya terminado como lo hizo.

El chofer se encarga de poner en marcha las ruedas del vehículo mientras yo pongo mi interés hacia el frente y acto seguido decido centrar la vista en la imagen que se mira de otro lado de la ventanilla, esperando así despejar un poco la mente.

Durante el viaje hay un silencio inusual en el ambiente, el cual solo es interrumpido por discretos murmullos. Finalmente, nos estacionamos en la parada de Darek. Mis ojos de forma automática se fijan en la puerta principal.

Sube el primer estudiante.

El segundo.

El tercero.

Cierro mis puños encima del bolso que descansa en mi regazo al ver que es Rebeca la cuarta en subir.

¿Dónde está Darek?

Suspiro con fuerza en cuanto me encuentro con el rostro del chico de ojos color ámbar, siendo el quinto en treparse al autobús. El corazón me late un poco más calmado, una sensación extraña y novedosa que me sorprende a mí misma.

Hace el recorrido que es habitual en él, sin dirigir la mirada a nadie. Antes de tomar asiento se pasa el bolso hacia delante.

—Hola —me apresuro a saludarlo.

Él voltea a verme, y es entonces que noto algo diferente en la forma en la que me mira, ya no lo hace con frialdad e indiferencia, incluso parece cómodo al tenerme cerca.

—Hola.

Paso saliva.

—¿Viste las noticias?

—Sí.

—Leticia... ella...

—No la vamos a extrañar.

Tras interrumpirme se recarga en el respaldo de su asiento y echa la cabeza hacia atrás. La frialdad de sus palabras me hiela la sangre. Actúa como si la vida y la muerte de los demás le fueran completamente indiferente.

Esa afirmación que ha brotado de sus labios me golpea de lleno por unos segundos en los que no pronuncio ni una sola sílaba. Aunque mi relación con Leticia no era la más cercana, tampoco la más amena de todas, la idea de que decidiera poner fin a su vida me afecta, a todos parece afectarles, menos a Darek.

No acercarse a DarekOnde histórias criam vida. Descubra agora