—¿No tendrás nata, mamá? —rompo el hielo de la situación.

—Jude, creo que has perdido la noción y el tiempo —me comenta mi madre.

—Cooper, habrá sido el culpable —murmura Irina.

—¿Desde cuándo tu madre pone las natas en los armarios? —pregunta, seria.

—Desde nunca.

—Abre la nevera, allí están. Y no cambies de tema. ¿Estás saliendo tú también, Irina, con uno de esa banda? ¿O solo mi hija? —pregunta mi madre, curiosa.

—Mamá, deja de meterte en eso... —intervengo, tratando de desviar la conversación.

—Lo siento, me gusta ser un poco chismosa.

Es igual que la madre de Marcos. No dejó que Irina responda, y cambió de tema.

—¿Sabes cómo conocí a mi novio, mamá? Fue gracias a una recogida de libros. Él preguntó a la recepcionista por mi nombre, me buscó en las redes, me encontró y vino el mismo día al bar de Miu. —le cuento distraídamente mientras busco en la nevera las natas—. Por cierto, si te lo has preguntado, Marcos toca la guitarra... eléctrica, y claro, luego están los demás chicos, el bajista, baterista y el vocalista.

—El vocalista es el peor de todos —comenta Irina.

—¿Porque...?

—Dejémoslo en que es el peor.

—No os fiéis de los músicos —nos dijo mi madre— Cuando la fama se les sube, nunca vuelven a ser iguales.

—Marcos no ha cambiado conmigo —defendí.

—Ten cuidado.

—El mío, es un idiota. No se le ha subido la fama, pero sigue siendo un inmaduro de mierda. Y no sé por qué aún le llamo mío —dijo, Irina frustrada.

Mira el calendario que tenemos colgado en la pared, entrecierra los ojos y pone una cara sorprendida.

—Es un mundo complicado el que han elegido esos chicos —añadió mi madre.

—Jude... Mañana es tu cumpleaños—me grita.

—Sí.

—¿Por qué no has dicho nada?

—Pensaba que te ibas a acordar sola.

—Pues no, de verdad que soy muy mala para las fechas —me dijo.

—Es que no me importa mucho mi cumpleaños. Son solo números más, y cada vez suenan peor los que cumplo, ¿o no, mamá?

Mi madre levanta la vista de lo que está haciendo en la cocina y sonríe.

—No importa cuántos cumplas, siempre serás mi niña.

—¡Oh, qué bonito! —exclama Irina, burlándose un poco.

—Cállate, tú también cumples dentro de nada—le digo.

—Seguro que me atropella un coche antes.

—¿Qué vas a hacer por tu cumpleaños..? —me pregunta mi madre—¿Vendrá, tu novio, al menos...?

Otra vez...

El nudo que siento en el estómago se cierra un poco más cuando me pregunta sobre él.

Apostaría a que Marcos ni siquiera se acuerda de mi cumpleaños. Se lo mencioné en algún momento, pero parece que no me escuchó. Así que decidí que lo celebraré con Irina y mis padres, este fin de semana antes de volver a la residencia. No quiero que sea un día especial, simplemente otro día en el calendario. Un cuatro de abril, es un día más. Sé que mis cumpleaños no suelen importarme mucho, pero ojalá se acuerde y me envíe un mensaje.

Acordes menores Where stories live. Discover now