—¡Sí!—chilló Nataly.

Se pusieron de acuerdo para ir a la playa en la noche, dijeron que era buena idea llevar a sus hijos para que nos conozcamos. En realidad si conozco a algunos pero de niños. Es divertido charlar con señoras.

Cuando la "reunión terminó", acompañé a mamá y a Ximena a las compras, mientras estábamos en el centro comercial aprovecharon para comprar ropa. Entramos a una tienda, Ximena se estaba midiéndose unos jeans en el probador mientras mamá y yo seguíamos viendo ropa.

—¿Te parece bonito?—dijo sosteniendo un vestido rosa.

—Sí, te quedaría bien.

—Me lo voy a medir—murmuró admirando al vestido.—¿No quieres nada?, yo te lo compro.

Sonreí maliciosamente, pues claro que quería algo.

—No te excedas—dijo entrecerrando los ojos dándome su tarjeta de crédito.

—¿Yo?, ¿excederme?, para nada—tomé su tarjeta.

No, claro que no lo haría.

Pero, era una tentación muy grande.

—Más te vale Katherine—advirtió mamá para después irse a los probadores.

Tenía una tarjeta y toda una tienda de ropa.

Mi sueño hecho realidad.

¿Qué hay por aquí?...

Al final solo elegí 10 prendas; 3 jeans, 4 blusas, 1 falda, y 2 vestidos.

No fue taaaanto.

No me excedí.

Creo.

Pagué las cosas y esperé a que mamá y Ximena regresaran, mamá no me dijo nada y pagaron lo suyo. Regresamos a casa, Pablo salió desde temprano y no había regresado aún.

Dejé las bolsas en mi habitación y me eché en mi cama usando mi celular.

Este empezó a sonar con una llamada entrante de un número desconocido.

Respondí llevándome el celular a la oreja.

—Hola hija, ¿cómo estás?.

Todo mi cuerpo se tensó e inmovilizó al escuchar esa voz sintiendo un escalofrío recorriéndome.

Hubo silencio.

»¿Por qué ahora...?»

—Hola—me escuché decir con un hilo de voz.

Mis manos estaban temblando, me hice pequeñita en la cama.

—¿Cómo estás?.

—Bien—mi voz sonaba temblorosa.

—Me da gusto, hija.

Hija.

Me hice débil en un segundo, era como si mi niña interior estuviera contenta y mi yo actual aterrada.

Un verano con mi enemigoWhere stories live. Discover now