El contorsionista

Comincia dall'inizio
                                    

Asmodeus arqueó una ceja hacia él con total desconfianza. Ellos no eran amigos. Podían ser socios o lo que fuera. Pero no eran amigos ni en lo más mínimo. Los valores de Mammon estaban muy distorsionados por su avaricia. Y entendía que ese era el rumbo de su pecado y que simplemente se dejaba llevar sin escrúpulos hacia sus objetivos.

Pero Ozzie no actuaba de esa forma. Era más racional y no se llevaba a todo el mundo por delante con la bandera de su pecado y excusándose ante todo el infierno porque él nació de esa forma. Mammon no le caía bien... Pero allí estaba, pensando en hacer ese trato del cual probablemente se arrepentiría en un futuro.

—Okey. Si muere, no me culpes —la Lujuria suspiró profundamente indiferente.

Extendió su mano y se la ofreció a su camarada, quien le sonrió con una alegría inaudita y realizó el apretón de palmas sellando el trato entre ambas partes.

-----

—¿Cuál es la habitación? Debería conocerlo al menos.

Una enfermera guió al rey de la Lujuria por los pasillos de su clínica privada. Habían pasado años desde la última vez que se paseaba por ahí. El caso era extremo y sabía que tendría que ir de forma recurrente para asegurarse de que sus empleados fueran cuidadosos y no rompieran al paciente con sus descuidados tratos. Conocía a los súcubos, a veces eran tan holgazanes cuando la cuestión no se trataba de sexo.

Día 1.

La enfermera llegó y abrió la puerta, dejando que su amo Asmodeus diera el primer vistazo hacia el paciente de la habitación seis.

Ozzie entró con una expresión aburrida y pesada. Quizá fue el destino el que lo hizo reaccionar tan abruptamente al verlo, o quién sabe, sin embargo...

Eso fue lo que sucedió. Asmodeus amplío sus ojos con un indiscutible asombro. Su panorama cambió por alguna indescriptible razón. No era lo que imaginaba, para nada. Aunque lo visualizó internamente por los informes que leyó, el cachorro era diferente.

El silencio fue incómodo, incluso para Asmodeus, quien recobró la compostura forzadamente ya que la enfermera seguía allí entre ellos. Le indicó que se fuera con una seña y la mujer obedeció y cerró la puerta.

Era algo extraño en definitiva, algo que no podía expresar. En ese momento, Asmodeus decidió llamar a ese sentimiento lástima. No tenía las herramientas mentales ni las sabiduría emocional como para darle otro nombre. La incomodidad que sentía era fuera de lo habitual... Se obligó a mirarlo y a recomponerse aún a un lado de la puerta. No podía alterarse, no tenía sentido.

—... Hola... ¿Fizzarolli?

Llamó la atención del imp, quien abrió los ojos y se sentó sobre la cama de hospital con algo de dificultad. Su apariencia era peculiar, mucho más cruda de lo que el pecado imaginó. Ozzie se le quedó mirando incrédulo y sorprendido, ya que nunca había visto a un imp que hubiera soportado semejante masacre en su cuerpo. La mayoría en su estado, simplemente se hubiera dejado morir.

Fizzarolli tenía una apariencia juvenil, su cuerpo era bastante pequeño a comparación de otros de su raza. Era muy delgado, probablemente estaba bajo de peso debido a todas las medicinas que tomaba y eran inyectadas por intravenosa, también por el estrés y sus turbulentos cambios de ánimo ese último año. Su piel estaba quemada, pero cicatrizada, la mayoría de su anatomía estaba cubierta por esos manchones blancos que indicaban las quemaduras, no había casi nada de piel sana en su cuerpo.

Sus huesos se marcaban... Sus cuernos rotos estaban envueltos con gruesas vendas, solo poseía unas prótesis provisorias en ambos brazos. No tenía piernas, sus muslos estaban vendados y solo los encajes estaban contra su piel sana, listo para enfrentar prótesis en un futuro.

You are loving | RebirthDove le storie prendono vita. Scoprilo ora