—Eres insoportable por creer que tienes la razón—murmuré.

—Yo no creo que tengo la razón, yo tengo la razón.

Elevé una ceja resoplando, odiaba que fuera tan egocéntrico.

—La verdad de ti, es que eres un estúpido que siempre se cree superior a los demás—escupí.

Bueno, si el me estaba diciendo su verdad de mi, yo también le tengo guardadas algunas a el, en realidad demasiadas. Se creía perfecto, eso era lo que mas me molestaba de él, era incapaz de aceptar sus defectos.

—Lo dice la que nunca acepta sus errores y siempre está culpando a los demás.

Apreté los dientes, ¿cómo es que en menos de 5 minutos empezábamos a pelear?.

Ese era el dilema de nosotros, por eso nunca podríamos estar juntos. Eramos incapaces de estar conviviendo más de 1 hora sin pelear.

—Pobre de la chica que sea tu novia, se lleva una mierda como novio.

Soltó una risa amarga.—Soportar tus cambios de humor es trabajo difícil, pobre de tu futuro novio.

—¡¿Mis cambios de humor?!, tú eres el que empezaste a pelear.

—Yo solo dije una verdad y tú te enojaste por eso.

—Maldigo la hora en que te conocí, Pablo—dije a regañadientes.

—El sentimiento es mutuo, Katherine.

El resto del camino estuvo en un pesado e incómodo silencio, mi enojo aumentaba con cada segundo en el que estaba sentada a lado de ese individuo que ya ni siquiera llamaré por su nombre.

Al idiota.

Llegamos a un restaurante frente a la playa, el individuo y yo llegamos a una mesa a lado de la ventana—lo que daba una preciosa vista al mar—sería lindo si no estuviéramos peleados.

Al poco tiempo el mesero nos trajo el menú: había de todo, pero la verdad yo preferí una hamburguesa y él también.

¿Los futbolistas pueden comer eso?.

Ni idea.

—¿Sigues enojada?.—dijo con cautela.

Aunque yo estaba viendo el paisaje, podía sentir sus ojos clavados en mi perfil.

Yo no estaba enojada, solo estaba...

Pensativa.

—No—respondí en voz baja sin verlo.

—Ajá.

No lo quería ni ver, si lo hacía solo tendría dos opciones: 1. Dejar de estar enojada o 2. enojarme más.

Es que, era justificable, ¿quién no se enojaría si un idiota se pone de la nada a decirte cosas que según son tus verdades?.

Estuvimos callado hasta que trajeron la comida, me vi obligada a despegar la vista de la ventana y ahora ver a la comida y a la persona frente a ella.

—¿En serio vas a estar así?—preguntó elevando una ceja.

—¿Así cómo?—dije fingiendo no saber a qué se refería.

Sinceramente entiendo el 99% de las veces lo que me dice, pero el finjo que no, un 90% de esas veces.

—Sin hablarme, rodando los ojos cada que te hablo, con los brazos cruzados y sin siquiera voltear a verme.

Al parecer el ha recapitulado todos mis comportamiento en esta última hora, me pone demasiada atención por lo visto.

—¿Memorizas todo lo que digo?—sonreí burlona.—Además eso no significa nada.

Un verano con mi enemigoWhere stories live. Discover now