07 | Eres un aprovechado ✔️

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Las preguntas indagadoras la carcomían tanto que no dejaban paso al sueño. Pues eran las 03:24 a.m y ella aún tenía los ojos abiertos como platos ante las preguntas que sonaban en su cabeza.

Sus padres estaban dormidos en su habitación, por lo que a ella le tocaba conciliar dormir en el sillón de la sala.

Lo incómodo de ser la hija mayor era dormir en el sillón en pleno verano, con un ventilador de techo que parecía una tortuga, por lo lento que daba vueltas.

-Ya no puedo más -le comentó a Verano mientras dormía plácidamente sobre sus piernas -¡Necesito respuestas!

Sin esperar elevó al animal y lo colocó en el extremo para levantar y abrocharse las zapatillas de manera perfecta, se encaminó al balcón y sonrió al ver las escaleras de emergencia que conectaban los balcones.

Se subió a ellas sin dificultad y subió al piso de arriba. Al llegar, el ventanal estaba cerrado por lo que no le quedó de otra que comenzar a golpearlo con fuerza.

-¡Roba Panteras! ¡Abre, sé muy bien que estás allí! -golpeó -¡Vamos, abre!

Al ver qué no tenía resultado decidió llamar por teléfono, pero no hubo ninguna respuesta. Entonces no le quedó otra que sentarse en el balcón y esperar a que se dignara a levantar. Pues no quería volver, temía caerse en el proceso.

(***)

Una luz poderosa le impidió abrir los ojos con claridad, rezongó por haber dormido con la luz encendida.

-Julia -la llamó una voz dulce tocando sus hombros.

Ella intentó acucurrarse para continuar durmiendo, atrajo sus piernas al pecho y se abrazó.

-Querida, levanta -volvió a llamarla.

-Mmm, mamá ya voy -susurró adormilada estirando sus brazos y cayendo a un lado del balcón.

-¡Oh, no! Julia -exclamaron de nuevo jalando de ella.

Unos pasos apresurados se oyeron por el pasillo.

-¿Qué sucede? -preguntó aún adormilado tallando sus ojos.

Su madre lo observó negando con la cabeza en forma de reproche.

-¿Cómo pudiste dejarla dormir en el balcón? -replicó señalándo la joven que apoyaba la cabeza en su hombro.

-¿Qué hace ella aquí? -preguntó desconcertado el joven.

-No lo sé, dímelo tú -observó a la chica de cabello trenzado dormir plácidamente -Ayudame con ella y llévala a la cama. Debe descansar.

Alexánder observo a su madre confundido.

-¿Por qué yo? -preguntó sin darse cuenta.

-¿Eres tonto o es que te haces? -le reprochó la mujer -¡Despierta de una buena vez del sueño, y quita esas sábanas que cuelgan de tu ropa! ¡¿Es que no ves que tu novia pasó toda la noche aquí y se encuentra fría?! -tomó su frente con una mueca -Tiene menos temperatura de lo que debería -informó -Llevala a tu habitación y cubrela, abrazala y pide internamente que no te deje por ser como eres.

Alexánder tomó a la joven en brazos y se encaminó a su habitación, la recostó en su cama y la observó. Hasta dormida y con baba en el mentón le parecía adorable.

Cada vez los sentimientos del oji gris cambiaban, ya no sentía necesidad de mantener distancia de ella. Al contrario.

Sin poder resistir el impulso, se sentó a su lado y estiró la mano para perfilar su naríz. Sin embargo, antes de poder llegar al final, su mano recibió un manotazo.

-¡Eres un aprovechado! -chilló saltando de la cama y cayendo envuelta en las sábanas -¡No me pongas la mano encima o juró que no cuentas con ella!

Alexánder rodó los ojos ante su comportamiento e intento ayudarla a ponerse de pie más ella se lo negó.

-Me tocas y te juro que te la corto -siseo entre dientes.

-Como digas -alzó las manos -Aún así deberías de agradecerme.

-¿Agradecerte? -inquirió Julie colocándose de pie y fulminando con la mirada al joven. -¿Por qué? ¿Por dormir en el balcón? ¿Por decir que soy tu novia? ¿Por traerme a tu habitación para hacer no se qué cosa? ¿O por tratarme como un bipolar? -alegó -Dime, ¿Por cuál de todas quieres que te agradezca?

El oji gris estudio el cuerpo de Julia sin disimular.

Pijama de ositos. Ahogó una carcajada.

¿Qué edad tenía?

¿Ocho?

-Para tu información, tengo veinte años, no ocho -escupió la joven -¡Ahora dime lo que pregunté!

-Primero que nada -articulo Alexánder al mover la cabeza -Que durmieras en el balcón no fue mi culpa. Segundo, decir que eras mi novia, fue una equivocación que pienso...-

-¡¿Qué no fue tú culpa?! -exclamó alzando la voz -Te llamé muchas veces para que me abrieras.

-¿A qué hora?

-A eso de las tres y media.

-¿Qué eres ahora? ¿Un ladrón? -inquirió el joven.

-No, para eso ya estás vos -le sonrió de labios cerrados.

-¿Por qué no volviste a tu casa? -preguntó ignorando lo dicho por la pelirroja.

-Me dió miedo -confesó.

-¿Por dónde viniste?

-Las escaleras de emergencia -rodó los ojos.

Alexánder apretó los labios.

-Cada vez estás más chapita.

Julia lo miró ofendida.

-¡Eres un...-

-¡Hijo el desayuno ya se encuentra...!-ingresó la mujer, que al ver a la joven despierta sonrió. -Julia, ¿Te encuentras bien?

Ambos jóvenes se observaron. Una sonrisa surcó en los labios de ella.

-Si, pero tengo hambre.

Alexánder le dió una mirada de advertencia antes de que su madre la jalara para invitarla a desayunar. Sin embargo, él la sostuvo del brazo en un rápido movimiento.

-No se que pretendes pero no lo hagas -habló cerca de su oreja provocando que sus cabellos rebeldes se erizarán.

-No prendo nada -susurró apretando las manos ante el raro sentimiento que emanaba de ella.

-Mas te vale, Chica Felina.

-Roba panteras -se sonrieron cortamente antes que la madre del joven los mirase.

-¿Vamos? -espero en la puerta.

-Claro. Suegrita -dijo con voz chillona en un susurro para que solo él pudiera escucharla.

Tardes de Verano © ✓✓ |Sin Editar|Where stories live. Discover now