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En algún momento, Cellbit estuvo convencido de que su futuro sería brillante. Desde pequeño soñó con la mansión en la que viviría, los autos deportivos que iba a comprar y a donde viajaría.

Si le hubieran dicho al Cellbit de ese entonces que un par de años después estaría en el suelo, desesperado y luchando por encontrar algo más que un viejo tomate y un limón más viejo que él en el refrigerador, se habría reído a carcajadas. Era una pena que en esos momentos eso fuera todo menos gracioso.

-Cell, Richas dice que tiene... ¿Qué haces?

Su compañera de habitación, Rivers, lo cuestionó desde la puerta de la cocina.

-Nada... Estoy... Miraba que puedo hacer de comer -dijo tratando de sonar tranquilo.

Rivers suspiró y negó con la cabeza, decepcionada.

-Sabes que puedes agarrar mi comida. No me molesta.

Cellbit estuvo a punto de negarse, pero terminó por pasar su mano por su cabello. Estaba abatido.

-Le haré un puré de papas a Richas. Yo... Comeré algo en el bar.

La chica lo miró por unos segundos y sin decir más, salió de la cocina. Cellbit sabía que por dentro ella no le creía en absoluto, sin embargo, se guardaba sus comentarios. No la culpaba y en realidad agradecía al cielo por tener a Rivers en su vida.

No cualquiera recibiría como compañero de cuarto a un padre soltero, y muchas nenas personas se ofrecerían a cuidar de su niño mientras él trabajaba en la noche. También era bueno que Rivers fuera organizada, así la carga de limpiar en las tardes era mucho menor para Cellbit.

La quería demasiado, no sabría en qué pozo oscuro se encontraría si no fuera por su amiga.

Sacó la comida para preparar lo que había dicho, lo suficiente para la porción de Richarlyson y de Rivers, y puso las papas a cocer. Estaba apurado y su mente apenas funcionaba entre el cansancio extremo y la sensación de que no estaba preparando la comida correctamente.

-¿Siete más cinco? -escuchó la voz de Rivers a través de las delgadas paredes de la cocina.

-¡Doce! -la voz suave de Richarlyson puso una sonrisa en su rostro.

-Bien, eres muy listo, Richas.

Cellbit buscó la mantequilla en el refrigerador, aprovechando el silencio de la casa. El ruido era solo Rivers y Richarlyson trabajando en su tarea, además del sonido del agua hirviendo. Sacó las papas después de una media hora y las junto con el resto de ingredientes, usando un tenedor para machacar.

Sacó un plato común y uno de los platos para su niño. La mayoría de los platos de Richarlyson tenían personajes de dibujos animados en estos, aunque poco a poco su hijo parecía más avergonzado con ello. Sirvió una porción más pequeña para él y también preparó un vaso con agua.

Todos los días agradecía que su hijo ya no fuera tan joven y que hubiera pasado su etapa de no desear comer nada que no fueran nuggets cortados como animalitos, pues su economía sufría un poco más cada vez que debía comprar cajas de esos malditos nuggets para la cena.

Salió de la cocina con el plato de su hijo, el de Rivers y un vaso de agua en una maniobra peligrosa. En la mesa, Rivers y Richarlyson trataban de resolver algo, ambos igual de confundidos mientras miraban el papel.

-Richas, tu comida -habló para su hijo y dejó el plato frente a él-. No desgastes mucho a tu tía.

Rivers recibió su plato y Richarlyson lo miró con un puchero.

-La maestra me dijo que un adulto podía ayudarme. Tía Rivis no sabe cuál es mayor y menor.

Cellbit miró a Rivers, quien seguía sufriendo al observar el papel.

Reckless Devotion [Guapoduo]Where stories live. Discover now