Capítulo 6

12 1 0
                                    

Luego llega tu temporada. Y si que había llegado una temporada en Wilson.

—Temporada de conejos.— leí el cartel gigante que colgaba en una pared.

Era algo así cómo una tradición. Los hombres de las casas eran los encargados de cazar dicha presa y las mujeres se encargaban de cocinarlos para lo que sería la competencia anual del "gran conejo". La variedad de platillos de conejo ese día era impresionante: estofados, asados, al horno... Si eras fan de degustar tanta comida en un día, este sería un paraíso para ti.

También teníamos temporada de patos, una vez mamá ganó el premio por el mejor guiso de pato pero esa ya era otra historia.

"<<Yo cómo hombre de la casa tenía que encargarme de atrapar, no mejor dicho, de cazar al conejo de casa para la competencia.>>" Palabras dichas por mi padre, hasta él era conciente que no tenía hombría alguna.

Así que me encontraba en la negrura de la pradera más cercana. De pronto ví algo moverse en un arbusto, inmensamente me puse nervioso, supongo que fue porque nunca había disparado un arma.

—Ya no hay vuelta atrás.— dije para mí mismo.

Estaba apunto de disparar cuando algo salto a mi lado exclamando un sonoro <<buuuuh>>. Quedé desconcertado unos segundos por la conmoción, cuando logré incorporar mi sentido fui conciente de 3 cosas: lo que se movía entre los arbustos se había ido, había disparado al aire y lo que me había espantado no era un algo era un alguien.

Se me hacía algo familiar el chico frente a mi pero justo ahora no recordaba dónde lo había visto.

—Disculpa, no quise asustarte.

Le di una mirada de reproche, recogí mi arma y continúe con mi tarea, caminando alejándome de ahí.

—¡¡Oye!!— grito y cuando estuvo cerca dijo —Sonian ¿Cierto? Mucho gusto, me llamo Alex.

—Bien.

Estaba decidido a marcharme cuando de pronto dijo algo que me hizo detener el paso de golpe.

—Soy amigo de tu Rain.

—Bien por ti.— me límite a decir.

—Estoy seguro que eres más que simple indiferencia.

—No me conoces.

—Eso es lo que intento, genio.

Fruncí ligeramente el ceño—¿Por qué?

—Solo por curiosidad— se encogió de hombros —.Rain a mencionando muchas cosas sobre ti que me parecen interesantes.

—No soy interesante.

—Eso debo decidirlo yo.

Aún ni siquiera era famoso y ya tenía un admirador, genial —notese el sarcasmo—. Verle el lado positivo a la circunstancia, por lo menos no casaría sólo.

[...]

Había transcurrido horas de plática y el amigo de Rain no había resultado ser tan molesto después de todo. Aún no tenía un conejo para el platillo de mamá y no podía volver a casa sin uno. Estábamos ocultos, acechando en silencio cómo tigre a su prisa cuando después de un rato de absoluto silencio Alex lo rompió con una pregunta.

—¿Qué hacemos aquí?

—Lo que hacen todos — exclamé con obviedad —. Cazar una presa, conejo o cómo sea que se le diga.

—¿Aún no tienes uno?— parecía verdaderamente asombrado.

—No...

—Yo casé dos— me mostró un bolso en el que imagine estaban —. Soy muy bueno en esto— se encogió de hombros—. Puedo darte uno si quieres.

—Pero que... ¿¡Qué pasa contigo!?

—¿Ahora que dije?

—¡¡Llevamos horas aquí buscando un animal de esos y no se te ocurrió mencionar que tenías dos y podías darme uno!!

—¡¡Tu no preguntaste!!

—¿¡Y que pensabas que hacíamos aquí!?

—¡Pensaba que nos estábamos conociendo!

—Esto tiene que ser una broma— suspiré.

—Ya deja el mal genio. Y ya vámonos, es un poco tarde— tomo su bolso y empezó a caminar —. Te ayudaré a limpiar tu conejo. Pero primero debes admitir que esto fue divertido.

—No, no lo fue.

¿Recuerdan cuando mencioné que esto era una tradición? Bueno, no era del todo cierto, la verdad era más bien una obligación, que las personas apodaron como "tradición". El pueblo de Wilson era un lugar con muchas reglas que acatar y también castigos/sanciones para aquel que optará por el camino de los incumplimientos.

Por lo tanto esto de decidir sobre la vida de un ser vivo no era de mi agrado pero tampoco podía negarme, porque cuando decía que se realizaban sanciones para quien fuera pillado incumpliendo las reglas; verdaderamente lo hacían y así de cruel estaban los gobernantes.

Entendía que para nutrirse el ser humano debía ingerir alimentos en los que entraban los animales pero, me parecía algo totalmente innecesario hacer una caza de animales sólo porque sí.

Amaba la naturaleza pero la humanidad que me rodeaba no parecía dejarme otra opción. Así que con mucho disgusto y bastante desacuerdo tenía que adaptarme a su falta humanidad.

Los silencios de Smith Où les histoires vivent. Découvrez maintenant