Hubo un silencio, ¿saber todo?, ¿qué es todo?.

—Lamento que te hayas enterado así—dijo papá.

—¿Por qué?—escuché sollozos.—Cuando te pregunté... dijiste que no era nadie.

«Dios dime que no, por favor dime que no es lo que pienso».

—Lo siento, Angie.

El llanto de mi madre se oía cada vez más fuerte, me negué a aceptar la teoría que mi cabeza creaba, yo no creía que papá sería capaz... el no.

—¿La amas?.

Mis ojos empezaban a llenarse de lágrimas, y a sentir un nudo en mi garganta.

«Mi papá, el nunca... no, no.»

—No lo sé.

—Puedo hacer la vista gorda.

—Hablaré con ella.

Corrí a mi habitación y lloré en silencio. Mi mayor ejemplo, mi padre, siendo infiel a mi madre y ella fingiendo que no veía nada. Fue un golpe muy duro para mi, literalmente mi padre cayó del pedestal en el que lo tenía.

Pero, el dolor del golpe lo sentí yo.

La relación de papá y yo, se quebró en ese momento, estuve guardando el hecho de que sabía la situación, pero aún así, no podía verlo igual. Los ojos que antes lo veían con admiración se transformaron en asco, en decepción y coraje.

Asco por su infidelidad, decepción por la traición y coraje por hacer sufrir a mi madre.

¿Cómo alguien puede ser infiel?.

¿Cómo pueden traicionar la confianza de su pareja de esa forma?, el simple hecho de imaginarme dañando en ese grado a la persona que me ama me rompe el alma.

Nunca lo entendería, nunca entendería a papá.

----------- Actualidad-----------

Le entregué mi más preciada posesión a Pablo: mi celular.

No había nada malo en él así que no me daba miedo, además Pablo será todo menos chismoso... o eso quiero pensar.

Lo dejé hacerlo fuera de la habitación, para evitar la tentación de ver alguna foto, le pedí hacer lo que creyera mejor. Eso conllevaba eliminar los contactos que fueran necesarios, deposité mi confianza en él desde que tuvo razón sobre mi ex-relación.

Además, era a él o a mi madre, era lo más lógico.

Aunque no sé si tomé la decisión más correcta conociendo nuestro pasado de innumerables peleas. Pero, por alguna razón confiaba en él.

Solo esperaba que no fuera un chismoso.

En verdad.

En cuanto mi celular estuviera limpio de la basura que había en él, pensaba desactivar temporalmente mis redes sociales, solo quedarme con los contactos necesarios.

Al menos hasta que me sintiera mejor.

Entré a la ducha y dejé que el agua caliente relajara mis músculos, aún seguía algo mareada y al salir sentí una punzada en mi espalda baja, seguro era por el golpe al caer.

Me vestí y humecté mi piel, cepillando mi húmedo cabello dos golpes en la puerta me distrajeron.

—Pasa.

Pablo entró con mi celular en la mano, me acerqué a el para tomarlo.

—¿No quieres saber que eliminé?—preguntó enarcando una ceja.

Un verano con mi enemigoWhere stories live. Discover now