§ Llamas destructivas §

11 2 0
                                    

Capitulo XIX

Al recuperar el conocimiento, intenté moverme. Me retorcí pero estaba atada de manos y pies. Una venda cubría mis ojos así que no podía ver nada a mi alrededor. Sabía que estaba acostada de costado, porque mi mejilla yacía contra un suelo gélido. La primera persona que vino a mi mente fue el asesino. Tenía que ser él, sino...¿Quién me iría a secuestrar?. No podía ser que me hubiera retenido tan fácil. Me sentía estúpidamente débil por haber permitido tal cosa.

Un gruñido de dolor se me escapó al intentar sentarme. Las ataduras de mis pies y manos parecían estar entrelazadas, y si que apretaban. Me quedé en silencio, solo escuchando mi respiración cuando comencé a oír pasos. Pasos que se oían cada vez más cerca. Dedos rozaron mi piel y segundos después me destaparon los ojos. Parpadeé unas cuantas veces para recuperar estabilidad y que mi vista se acostumbrara a la oscuridad. Cuando por fin vi a quien tenía delante, abrí los ojos de par en par.

¡¿Pero qué mierda...?!.

—¿Das Monster?— fue lo que salió de mi boca, ya lo reconocía por sus gestos faciales. Estaba segura de que ese no era Sak.

—Cállate, por Dios— puso cara de fastidio y al mismo tiempo de burla, no sabía si esa expresión existía pero él la hizo—. No te molestes en soltarte, me aseguré de atarte bien. Ni tampoco en usar tus poderes, estás lo suficientemente debilitada como para no poder lograrlo.

—¿Pero qué mierda?.

—Cuida tu lenguaje, niña bonita— negó con la cabeza y se sentó a un metro de mí, con toda la tranquilidad del mundo—. No te tienes que alterar, no voy a matarte ni nada de eso.

—No me digas que no me altere— mascullé—. ¿Qué es esto?. Habla.

—¡No tengo que darte explicaciones de nada!— desvió la mirada como un niño molesto—. Además, tranquilízate, esto es por tu bien.

—Por mi bien— repetí, al borde del colapso—. ¡¿Por mi maldito bien?!. Disculpa— sonreí con ironía y amargura—, pero no puedo tranquilizarme.

—Pues tu problema— bufó y se encogió de hombros—. Me lo agradecerás más adelante.

—Claro, lo que digas— rodé los ojos.

—Si te aburres, avísame.

—Por supuesto, podríamos jugar al ajedrez...— dije sarcásticamente, pero no logré terminar la frase porque un dolor agudo empezó a recorrerme.

Me fijé en Das Monster, pero no parecía estar haciéndome nada. Si no era él...entonces eso quería decir que... No, no, no, por favor. ¿Por qué estos dolores otra vez?. ¿No había desarrollado ya todos mis poderes?. Me estremecí en un gruñido de dolor e intenté no gritar. Sentí esa quemasón y ardor subir a mi cabeza. Ya no me importaban las cuerdas en mis manos y pies, traté de soltarme de todos modos. Lágrimas tibias resbalaron por mi rostro cuando el dolor aumentó la potencia.

—Si esto es un engaño para que te suelte, ahórrate el drama, no funciona— me dijo Das Monster, entre confundido y receloso.

—¡No es mentira, idiota!— respondí, ya gritando por el dolor tan fuerte.

De pronto empecé a temblar, mi mandíbula chocando entre sí. Sentí hilos de sangre salir de mi nariz y sollozos brotar de mis labios al revivir esa experiencia de las agujas clavándose en mi piel. Cuando vió la sangre, se dio cuenta de que no le estaba mintiendo. Se acercó y palpó mi cara, pero no reaccioné y seguí gritando y sollozando.

—¡¿Qué tienes, joder?!.

—¡No se!. ¡Me duele!— grité y cerré los ojos con fuerza.

La mínima sangre que había salido por un orificio de mi nariz cayó en mis labios y eso solo logró ponerme más nerviosa. Lux no estaba para darme de su sangre. ¿Cómo se solucionaba esto ahora?. A ver, esto tenía que terminar tarde o temprano, tal vez lo que la sangre de Lux hacía era acelerar el proceso.

Peligro Congelado [#1 Trilogía Hielo] ✓Where stories live. Discover now