1

649 50 2
                                    

Malditos incompetentes

Más de 100 años han pasado

Y esos idiotas aún no pueden encontrar el lirio de araña azul

Me encontraba caminando sobre la fría nieve, intentando disipar el sin fin de pensamientos que llegaban a mi mente y tratar no asesinar a los imbéciles que tenía como subordinados, sin embargo, no podía matarlos porque tendría que encontrar otros.

Un olor llegó a mí, delicioso e hipnotisante, dulce y refrescante como si en cientos de años volviera a experimentar lo que era sentir la luz del sol.

Lo había encontrado, Mi Omega

Seguí inconscientemente ese impresionante aroma, hasta que otro olor me hizo sentir miedo después de mucho tiempo. Sangre.

Corrí, lo más rápido que pude.

No iba a dejar que me lo arrebataran sin siquiera poder conocer a mi Omega

Llegué a una cabaña, había sangre manchando la blanca nieve, decidí entrar dónde había una grotesca escena.

Busque en toda la casa y no había señal alguna de mi futura pareja, iba a amanecer pronto así que tuve que irme, no quería que ella o él pensara que yo había sido quien mató a su familia.

Una chica, Alfa y pelinegra con puntas naranjas abrazando a un niño bastante joven se encontraba en la entrada, moribunda y a punto de morir, probablemente era una familiar, la chica se veía joven, quizás era su hermana. Se arrodilló para mirarla más de cerca, podría salvarla de la muerte e incluso darle un poco de autonomía, no la suficiente para retarlo. La alfa abrió un poco sus ojos, que estaban vacíos, como suplicándole ayuda, pero su familia ya estaba muerta. Muzan Kibutsuji cortó ligeramente su mano y dejó caer gotas de su sangre en la enorme herida de garras que tenía la chica, quien empezó a retorcerse.

-Calmate- ordenó- tus heridas sanarán poco a poco, así que tendrás que quedarte quieta, está a punto de amanecer, tienes que esperar a que llegue y te entregare una orden- pauso su voz un momento, dudando continuar hablando - protegelo hasta que pueda volver, lamento no poder salvar al resto de tu familia.

La chica lo miró fijamente, sabiendo exactamente a quien se refería, cerró sus ojos, cayó desmayada. La mano del rey de los demonios se curó instantáneamente, quien sonreía ante el pensamiento de que si salvaba a la hermana de su pareja, sería más fácil que lo acepte. Finalmente se marchó

Pero Muzan Kibutsuji no tuvo en cuenta un detalle.

Te AmoWhere stories live. Discover now