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Malibú, California ❮24 de julio 2010❯
La puerta del baúl se abrió y Obadiah la sacó. Megan se tropezó con el pavimento y miró a su alrededor. Un gran cartel de Stark Industries colgaba delante suyo, tenía sentido que la hubiera llevado. Mientras la empujaba a través de su propiedad y al Edificio del Reactor Arc, ella trató de agarrar mejor el vidrio afilado. Sus dedos estaban sudorosos y le costaba sostenerlo correctamente sin cortarse. Obadiah movió una tarjeta sobre un escaner y abrió una puerta que decía: Sector 16.
La empujó al interior y su boca se abrió de sorpresa ante lo que vio frente a ella. Un gran traje de metal. Uno mucho más tosco y feo que el de su papá. Un aspecto mucho más despreciable. Su mano se aferró al vidrio roto. Stane la obligó a entrar a una sala trasera con una sola luz brillante sobre una mesa de metal.
Allí fue cuando dejó de moverse, ella no iba a quedarse en ese lugar.
Megan lanzó su codo hacia atrás, golpeando en las costillas a Obadiah. Él gruñó cuando ella se giró e intentó alejarse. Pero se detuvo abruptamente en seco cuando se encontró con una vista aterradora. Contemplando una mata de cabello negro, los fríos y aterradores ojos oceánicos junto a la fea barba que adornaba su rostro. La voz de sus pesadillas. La persona que le hizo desarrollar su miedo a los hombres. Su monstruo.
Viktor Kozlov estaba frente a ella con una sonrisa siniestra y una pistola en su mano derecha, apuntando directamente a su pecho. Sus oídos sonaron con pánico y el miedo se apoderó de su expresión cuando su estómago se retorcío en nudos. Luego, él hombre levantó su arma a la altura de su frente, tratando de intimidarla, tratando de recordarle quien tenía el poder. El interior de la chica se estremeció.
Obadiah soltó una leve carcajada.
— Me sorprendes, Megan, en serio. Eres una chica mucho más problemática de lo que esperaba. Pero bueno, una Stark es una Stark, sin importar cuán patética pueda llegar a ser — él desbloqueo sus esposas de metal y caminó para mirarla —. Lo que va a pasar ahora es algo que compartes con tu madre, ¿No? — sus ojos se entrecerraron con una falsa confusión y asintió con la cabeza hacia Viktor Kozlov, quien sólo se rió —. Diviértete. Es toda tuya. Tengo asuntos más importantes que atender.
