Tranquila As, todo estará bien -Hablé -Debes confiar en ellos, a lo mejor es cuestión de tiempo para que se los expliquen, se paciente.

Tal vez tengas razón, sé que mis padres jamás ocultarían nada grave -Se separó.

Ves... asi que respira, no hay de que preocuparse -Sonreí. 

¿Y bien? -Escuchamos -¿Les gusta? 

La rubia lucía espectacular con ese vestido rojo con varillas y transparencias en la cintura, las cuales hacian resaltar su figura y su melena. 

Luces hermosa -Habló Astoria -Te verás increíble esta noche. 

¿Increíble? -Pregunto sarcástica -Me veré apetecible -Soltó haciendonos reír -Hoy haré que Zabini se venga más de una vez. 

Astoria y yo soltamos un sonido de asco al imaginar la situación -¿Podrías no ser tan explícita Gadea? 

¡Oh, vamos Astoria! ¿Me dirás que tu y Malfoy no lo hacen? -Reí por lo bajo al ver a la castaña ruborizarse -Exacto. 

Negue con la cabeza -Si que eres todo un caso -Dije pasando por su lado.

Algún día lo entenderás pequeña Nahya -Se burló. 

Pasamos un rato más eligiendo el vestido de Greengrass, uno color blanco que la hacía lucir encantadora, después de aquella tienda, las chicas y yo decidimos ir a la tienda de dulces y la de decoraciones. 

¿Llevaremos bebida? -Preguntó la ojo azul. 

Los gemelos se encargarán de eso, descuida. 

Llegamos a Hogwarts unas horas después, los pasillos estaban vacíos, la voz había corrido y los alumnos y alumnas se encontraban arreglandose. 

Pasamos la sala común, todo era silencioso, había intentado conseguir la pista del huevo dorado, pero solo se escuchaba un espantoso ruido. 

Deja de abrir ese maldito huevo -Habló Gadea tapandose los oídos. 

Lo siento -Lo cerré -Solo que no puedo descifrar lo que quiere decir... 

Tendrás tiempo de hacerlo, ahora es hora de arreglarte ¡Astoria, apurate! -Dijo tocando la puerta -A este paso llegaremos cuando todo haya terminado. 

Descuida, yo iré al baño de prefectos -La puerta se abrió.

Bien, esta listo -Dijo con fastidió -No debes estar tocando cada cinco minutos Gadea. 

Rodó los ojos y me miro -¿Estás segura? 

Adelante, yo no tardaré. 

Salí del lugar con mis cosas en mano, escondí el huevo y camine con dirección a los baños. 

Llegué al enorme lugar, puse el seguro y prendí las llaves. El agua caliente comenzó a llenar la bañera, el humo broto y las burbujas subierón. 

Quité aquel conjunto beige de saco con falda y blusa de manga larga negra, dejé mi ropa interior del mismo color en el borde y me sumergí en el agua. 

Moje mi cabello y sentí mi cuerpo humederser, la tranquilidad del lugar, su silencio daba paz. 

Ser prefectos tenía sus ventajas, como por ejemplo este baño, aún que a decir verdad nunca venía debido a que gracias a la influencia de los padres de Gadea conseguieron que nuestro cuarto tuviera uno. 

Pensé en lo maravilloso que era el compartir el espacio con ellas, a mi mente venían grandiosos momentos, las noches de pláticas, risas y llantos, el primer corazón roto, la primera vez, y aquella borrachera escandalosa, al igual que las discuciones por el baño, e incluso por los ronquidos. Me habían ofrecido cambiar de habitación a una individual cuando el nombramiento se me otorgó, pero ¿Cómo podía dejarlas? Eran mi familia. 

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