—Eso es mentira —aseguró.

—No, no es mentira. Lo hiciste, y bueno yo no pude negarme...

—Eres un aprovechado, estoy segura de que tú me besaste a mi, y ahora me estas diciendo que yo te besé a ti...

—¿Para que voy a mentirte? —pregunté— Si yo te hubiese besado te lo digo: Castaña, anoche te besé. Pero no lo hice...

—Mmm, bueno si fue así entonces te pido perdón. Esa no era yo —dijo totalmente avergonzada.

—No, no me pidas perdón, cariño. Por mí, puedes hacerlo las veces que tengas ganas.

Ella bajó su mirada nerviosa, intentando evitar mi mirada.

—¿Quién es la señora que esta en la cocina? —preguntó desviando el tema.

Arqueé una de mis cejas ante ese cambio de tema tan repentino. Ella ya no quería seguir hablando de eso. Sonreí levemente.

—Rose. Viene los fines de semana, para cocinarme y dejarme la comida preparada. Soy un desastre cocinando.

—Que tierno de ti, Kaulitz.

—Lo ves, no todo es pecado en mí, cariño.

Rió por lo bajo y salimos de la habitación, para ir a la cocina. Rose nos miró y sonrió levemente.

—Ro, ella es Marjorie —la presenté.

—Es un gusto, señora —habló la ojiverde amable.

—El gusto es mío, niña —dijo Ro.

—¿Puedo pasar al baño? —preguntó Marjorie.

—Sí, sí —le dije— Aquella puerta de allí.

—Ya vuelvo —se disculpó y fue hasta el baño. Me senté frente a Rose, y ella me miró bien.

—¿Qué pasa? —pregunté.

—Nunca habías traído a una chica aquí —dijo con tono pícaro.

—Va a la Universidad conmigo. Ayer tuvimos un pequeño percance y no podía dejarla sola en su casa.

—Es muy linda, me agrada —dijo y volvió a cocinar.

—Que extraño, nunca te agradan... por eso no las traigo.

—No parece ser una tonta con pelo teñido —dijo exasperada. Yo reí— Ella tiene un aura especial.

Marjorie llegó a la cocina y nos miró.

—¿Quieres comer algo, niña? —le preguntó a Marjorie.

—No, señora, gracias... —dijo y al instante su panza gruñó. La miré divertido.

—Tonterías, estás muriéndote de hambre —le dije, y miré a Rose— Ro, dale la lasaña de espinaca. Ella solo le hace el feo a lo que yo consumo.

Rose la miró.

—¿Eres vegetariana? —preguntó algo sorprendida.

—Trato de serlo. Desde hace ya dos años que no como carne —dijo orgullosa de si misma.

Rose sonrió y sacó la lasaña del refrigerador.

—Es lo único que puedo hacer que Tom coma, sino no hay caso. No consume casi nada no proveniente de un pobre animal —le contó Rose.

—Sí —dijo Marjorie mientras se sentaba a mi lado— Es un carnívoro sin control.

—Lo se, lo se. Ya le he dicho que un día todos los pobres animales que le han dado de comer, van a venir en busca de venganza...

Peligrosa obsesión | tom kaulitz.Where stories live. Discover now