– La chica que hoy vi durmiendo abrazada a la niña que juro destruir no es capaz de odiar. 

– Snow es solo una niña. 

– Que fue la condena de tu vida.

– No puedo hacerle daño, es solo una niña. 

– También eres una niña Gina –se acercó un poco más a ella quedando a escasos centímetros–. te amo, mi hermosa niña. 

– Te amo mi dragón.  

Unieron sus labios durante unos segundos, Maléfica tomó a Regina por la cintura y la coloco encima suyo. 

– Mal, nos van a descubrir. 

– Tranquila, el hechizo es fuerte, nadie va a escuchar nada. 

– Pero yo me desperté en cuanto me hablaste. 

– Eso es porque tu nunca caes en mi hechizo. 

– ¿Qué? 

– Eres inmune al hechizo de sueño. 

– ¿Por qué? -se acomodó sentándose en los muslos de Maléfica, quien terminó por imitarla sentándose para estar más cómodas. 

– Creo que tiene que ver con algo que me dijo Rumplestiltskin hace unos días. 

– ¿Hablaste con Rumple?, ¿Por qué? 

– Solo apareció en el castillo y dijo algo que me dejó pensando en porque tu nunca caes en el hechizo. 

– ¿Y puedo saber por qué?, ¿qué te dijo Rumplestiltskin? 

– Dijo que nosotras somos amores verdaderos. 

– ¿Amores verdaderos? –Regina se levantó del regazo de la rubia sentándose en la cama–. ¿lo dices en serio? 

– ¿Te molesta? –Maléfica intento tomar la mano de la menor, pero tenía miedo de que reacciomara mal. 

– ¿Qué? 

– Gina entiendo si esto te molesta, yo solo… 

– No me molesta Mal, es solo que es un poco raro para mi. 

– ¿Raro?, ¿a que te refieres?

– A qué vi morir a quien creía mi amor verdadero y ahora te tengo aquí, tu me dices esto y es… genial. 

– ¿Genial? 

– Si, no creí poder volver a amar a alguien y que de alguna forma Rumplestiltskin diga eso de nosotras me gusta. 

Esta vez Maléfica se colocó sobre Regina para poder besarla, unieron sus labios de forma lenta y delicada. 

Amaría cuanto pudiera a la menor y se lo demostraría siempre, bajo sus besos hacia el cuello de Regina, esta vez se aseguro de no dejarle ninguna marca, iba a evitar que Leopold lastimara de nuevo a su mujer. 

– Mal, por favor. 

– Shh… –hizo que la menor girara sobre su espalda para poder soltar los cordones de su corset–. ¿Cómo puedes dormir con esto puesto?

– Me quedé dormida. 

– Bueno es momento de librarte de esto –termino por quitarle el corset para deslizar el vestido por su cuerpo y lo tiro hacia algún lado de la habitación, sin importarle en donde terminaría. 

Sonrió en el momento en que con un movimiento de su mano Regina le quito la ropa. 

– Veo que practicante. 

– Tal vez un poco –tomó su cara entre sus manos para besarla–. te amo. 

– También te amo. 

Se acomodó de forma tal que sus centros quedarán unidos, empezó con unos leves movimientos mientras sentía que la menor dejaba un camino enrojecido en su espalda con sus uñas. 

Ella si le estaba dejando marcas, unas deliciosas marcas, giró para que esta vez Regina quedara encima, puso sus manos en su cintura marcando el ritmo. 

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Maléfica paso su mano por el pelo de Regina mientras ella descansaba a su lado, solo mirándola en silencio. 

– ¿Alguna vez pensaste en tener hijos? 

– Si lo pensé, ¿tu? 

– Alguna vez lo pensé, supongo que si tengo un hijo o una hija será parte dragón. 

– ¿Le enseñarías a volar? –la miró con una sonrisa.

– No te burles, si debería enseñarle. 

– Seris tierno de ver. 

– Oh cállate. 

– ¿Vivirían en el páramo? 

– Claro, imaginalo un pequeño dragón en el páramo junto a las demás criaturas, sería genial. 



Mi enorme dragón..Where stories live. Discover now