Capítulo 14.2: La promesa que mantuvimos los dos.

Start from the beginning
                                    

La última persona que quise, me abandono al poco tiempo de enterarse que había quedado ciego. ¿Mis amigos? Ellos me abandonaron al mismo tiempo, dejándome solo en el hospital. ¿Que me puede detener? No tengo un motivo para seguir, una razón, no existe nada que me haga querer cambiar de opinión.

Vamos Dios, hace cuatro años que me abandonaste. Me dejaste sufrir, me dejaste en la soledad, me dejaste tu también... ¿Que crea en los milagros? Creeré en uno, cuando algo me haga querer vivir. No importa cuán pequeño sea, no importa que sea indefenso, no importa quien o que, solo quiero que un milagro me haga vivir.

No importa cuando, solo quiero uno, uno antes de que la última pizca de esperanza desaparezca de mi cuerpo.

De repente siento un escalofrío en mi espalda, que me hace enderezarme. Frunzo mis cejas y trato de detenerme, pero Gomita parece inquieto porque está jalando demasiado su correa.

—G-gomita... —trato de sostener la cuerda con fuerza, pero él sigue jalando con más fuerza —. ¡Gomita, tranquilo! ¡Vas a hacer que me caiga!

Escucho sus ladridos demasiado agresivos, cosa que me extraña porque él no es agresivo y mucho menos ladra de esa forma. Me agacho de poco en poco, acercando mi mano desde su correa para poder tranquilizarlo. Sin embargo, el pitido de un auto me asusta y me incorporo enseguida, poniéndome en alerta. Gomita me jala aún más con su correa, ladrando desesperado.

Todo se escuchaba en un eco.

El sonido del claxon muy fuerte, mi pequeño amigo alterado y ladrando como un desesperado, aún tratando de jalarme con su correa. Y yo... yo estoy sintiendo aquella muerte que tanto deseaba.

No pude, no pude quedarme ahí parado para esperar mi final, no pude porque mi pequeño Angel, con todas sus fuerzas reunidas, me llevo consigo hasta otro extremo, sintiendo la velocidad y las llantas rechinar de aquel auto que estuvo apunto de acabar con mi vida. Me sentí aturdido por el golpe y la tierra en mis manos parecía encajarse en mi piel.

Me levante adolorido, controlando mi respiración...

¿Y la correa? ¡¿Donde estaba la correa?!.. ni siquiera mi bastón, ni siquiera sentía el maldito bastón en mis manos.

Me tire sobre el suelo, palmeando la tierra en busca del bastón. Estuve así por varios minutos, desesperándome aún más. Sentía enormes cosas sobre mi, sobre mis brazos los sentía recargarse.

No sé qué rayos eran, pero olía a humedad. Me volví a levantar, moviendo lo que sea que estaba a mi alrededor; quizá estaba avanzando o retrocediendo, no lo sé, solo sabía que estaba dando pasos torpemente y tal vez en falso.

Mi respiración se aceleró y mi mente se nubló por completo, con ese aire fresco recorriendo mi piel por debajo de las mangas de mi camisa. Di otro paso al frente, esta vez sintiendo en el suelo mi bastón. Me agacho para recogerlo inmediatamente y sentir mi alrededor, dando pequeños golpes.

—Gomita... G-gomita... —comencé a susurrar, sin aire que inunde mis pulmones —. ¿Donde estas..? Gomita...

Quizá está era mi respuesta. Quizá esto era una respuesta final de la misma vida, ¿Hoy moriré? Si no es así, ¿entonces por qué siento será así?

Realmente quiero vivir.

—¡¿HAY ALGUIEN AQUÍ QUE SE LE HAYA ESCAPADO UN PERRO LOCO?!

Me quedo atónito al escuchar esa fuerte voz. Arrugo mis cejas, sintiendo como la sangre me vuelve al cuerpo y el aire empieza entrar en mis pulmones.

¿Perro loco? ¡Gomita!

—Adam por Dios, nadie te va a...

—¡Es mío! —contestó tan pronto puedo hablar y doy un paso al frente, ansioso.

El amor es Gris [Libro #1 Completa ✓]Where stories live. Discover now