Egoísta Pasión (#1 Príncipes Laburdi) || LUNES

CAPITULO 23

¿Por qué hace esa mirada? Me da miedo.

— ¿Tienes algo que decir? — pregunta mi mujer y niego con la cabeza.

— Tenemos que irnos a la casa. Hablaré con Nathaniel — habla Karen, suspiro frustrado al ver que sale del sótano con rapidez.

— ¿Estas seguro que es bueno para Nathaniel el perro? — cuestiona uno de los hombres con interés y encojo los hombros.

— Espero que si sea bueno para él. Quiero que mi hermano realmente esté bien — admito.

Horas más tarde...

Observo desde la ventana de mi oficina como Nathaniel y Karen juegan con el nuevo integrante de la familia, debo admitir que verle a mi hermano pequeño con una pequeña sonrisa en el rostro es algo que me pone feliz ya que el ha estado sufriendo mucho por causa de la depresión.

Por otro lado, el perro me da un poco de temor porque es un gran danés, pero a la vez parece muy amigable con mi hermano, creo que no habrá problema en el futuro.

Me percato que mi novia mira hacia la ventana y me regala una sonrisa respondo también con una sonrisa. Me doy la vuelta, rodeo el escritorio y salgo de mi oficina para irme al patio junto a ellos, al estar ahí, me voy hacia ellos, el perro se percata de mi presencia empieza a ladrar, trago saliva porque viene corriendo hacia mí.

Ahora así es mi final, fue muy lindo vivir esta vida.

Cierro los ojos al sentir que me derriba y se acuesta encima de mí comienza a lamer todo mi rostro. Las carcajadas de mi novia y Nathaniel se hacen presentes. Abro mis ojos y miro que el perro sigue encima de mí.

¿Cómo logro sacar al perro encima de mí? Me está faltando el aire por el peso del perro.

— ¿Alguien puede quitarme al perro de encima? — pregunto con un tono entrecortado por la falta de aire, Karen capta y llama al perro quien al instante hace caso y se va hacia ella.

— El perro es un poco juguetón, cariño también es muy cariñoso — justifica Karen con una sonrisa y asiento con la cabeza, miro a mi hermano menor quien está todo el tiempo callado ¿me tiene miedo o no quiere hablar conmigo todavía?

Tengo que enseñar algunas cosas a ese perro para que pueda proteger a Nathaniel.

— ¿Dónde esta Othniel? — cuestiono.

— Con la psicóloga — contesta Karen mientras acaricia al perro.

¿Por qué no me mira cuando me habla? ¿Acaso tengo que mendigar para que me haga caso?

— No me digas que estas celoso por un perro, Julen — dice alguien al lado mío.

¿En qué momento llegaron hasta acá?

— Claro que no — miento con descaro y me doy vuelta para ver a mis hermanos menores; Silvian y Sergey los dos están felices mirando al nuevo integrante de la familia.

— ¿Cómo llamaremos al nuevo integrante? — pregunto para llamar la atención de Nathaniel quien muestra una sonrisa tímida ya que Silvian está tomando agua y Sergey está quitando foto al perro.

— Se llamará lucifer — responde y los adultos nos miramos entre nosotros. Suspiro frustrado al sentir que alguien me fulmina con la mirada, por alguna razón siento que es la mirada de mi novia.

— Está bien — digo con una sonrisa forzada para no decir nada.

¿Por qué quiere que se llame así? Es raro ese nombre. Espero que en el futuro cambie el nombre del perro.

Horas más tarde...

Estamos con mi mujer en la oficina viendo un caso para ir a la corte mañana, levanto mi vista hacia ella luego vuelvo con los documentos.

— ¿Qué sucede? — cuestiona mientras sigue mirando el documento.

— Nada, cariño — respondo al instante.

— Dilo, Julen — dice con una sonrisa y con una voz suave.

— Lucifer es un nombre raro para un perro, Karen. Debes decir a Nathaniel que cambie el nombre — hablo y ella hace una mueca en el rostro.

— Es un nombre raro, pero no puedo hacer nada acerca de esto — menciona.

— Los niños deben también propias decisiones para aprender de la experiencia. Nathaniel es un adolescente y tuvo algunos problemas, tiene que saber tomar esa confianza de nuevo y con su nuevo amigo, podrá hacerlo — comenta y asiento con la cabeza.

Ella tiene razón. Si quiero que mi hermano menor mejore necesitamos que entre en confianza y se abra cuando el quiera no podemos obligarlo a nada que no quiera.