¿Cómo puedes tratarme asi? -Se intento levantar -¡Sabes bien que fuiste el primero! -Me crucé de brazos recargandome en la puerta, viendo como se cubría con aquella sabana blanca que había sido testigo de aquella follada que minutos antes le había metido -¡Eres un maldito cretino! 

¿Cretino? -Me burle -Yo no te obligue a abrirme las piernas Amelia, lo disfrutaste y yo también, a sido bueno pero solo eso, creí que lo teniamos claro. 

¡Mierda Mattheo! ¡No soy un puto objeto que puedas usar y dejar! -Camino hacia mi como pudo -Merezco que me valores -Golpeo mi pecho. 

Me estaba cansado -Para ya Amelia.

¡Eres un patán! ¡Un maldito! -Grito con fuerza y en ese momento agradecí poner aquel hechizo silenciador, realmente me daba pereza las escenas, pero sobre todo me daba un poco de pesar que todos se enterarán de quien me cogia.

Calmate ya... -Intente guardar la paciencia mientras sentía sus puños pegarme una y otra vez. 

¿Calmarme? -Se rio -¿Cómo jodidos pides que me calme cúando te comportas como un idiota? 

La tome de ambas manos, mi tolerancia se había terminado -Entiende esto Amelia -Retrocedí con ella encerrada entre mi cuerpo y su cama -No se con que clase de derecho te has creído para levantarme la puta voz pero conmigo las cosas no funcionan así -La observe viendo como se encogia -Fui claro desde el inicio, nunca te mentí, podrás culparme de todo menos de ser un mentiroso. 

Tu... 

Cierra la boca y escuchame -Ordené -Yo nunca te he obligado a nada, ni una sola cosa, no me vengas ahora con estas estupideces, sabías perfectamente que no eras la única, si tu te quisiste engañar ese ya no es mi problema, no eras ciega, yo no te prometí amor eterno, ni tampoco una relación, te ofrecí sexo, placer, deseo y eso fue lo que te di -La aventé a su cama -¿Sabes por qué ocupo condón? Sencillo, porque no se con cuantos te has acostado y no me malinterpretes, no me importa, y tampoco te juzgo -Sonreí de lado -¿Quién sería yo para hacerlo? Pero es facíl, yo me cuido. 

Nunca he estado con alguien más... -Sollozó. 

Y yo nunca te lo prohibí-Camine hacia su puerta -La reglas son claras y espero, por tu bien, que esto jamás vuelva a repetirse, porque creéme, no seré considerado la siguiente vez. 

Salí de la habitación, camine escaleras abajo hasta llegar a la sala de Huffelpuff, algunas miradas me atraparon, entre ellas las de algunas chicas rubias pertenecientes ahí, la sonrisa nerviosa y los susurros solo hacían eso más excitante. 

¿Riddle? -Esuche llamarme -¿Se puede saber que haces aquí? 

Mi mirada viajo de las chicas a esa estupida cara pálida -¿No es obvio Diggory? -Sonreí -Vine a visitarte. 

Deja de hacerte el gracioso, esta proibido que entres aquí -Se coloco unos pasos más adelante. 

¿Prohibido cómo las fiestas? -Me acerqué -Vamos Cedric... no me vengas con eso, si quieres castigarme tendrás que buscar una excusa mejor. 

No se de lo que hablas -Contestó -Así que tendré que reportarte. 

Quiero verte intentarlo -Me puse frente a él -Dame un pretexto Diggory.

¿Pretexto? -Se burló -Solo hazlo y ya.

Mi sangre hirvió al recordar, cerré los puños y... -¡Aguarda! 

Mi mirada viajo, no puede ser. 

Cedric... -Se acercó -El vino a verme -Dijo frente todos -Yo lo dejé pasar, tu has dicho que las visitas son permitidas siempre y cuando avisemos, se me paso, asi que yo seré quien asuma la responsabilidad. 

GENESISWhere stories live. Discover now