Muchas personas dicen que después de la muerte hay vida.
Si bien nadie pudo demostrarlo.
Un grupo de personas descubrirán que eso es real y tendrán otra oportunidad.
Era de noche, estaba muy oscuro debido a que estaban dentro de un bosque.
El joven peliverde miraba frente a el como bailaba el fuego de la fogata que había hecho para iluminar la pequeña zona donde el y su grupo dormirían.
Era ya su quinto día en este nuevo mundo y aún no podía creer que estaba rodeado de un grupo de mujeres hermosas que se preocupaban por el.
Cuando estaba vivo en su mundo de origen, solo su madre y su tía Mitsuki eran las únicas que se preocupaban por el.
Al principio el tío Masaru también se preocupaba por el pero de un momento a otro empezó a ignorarlo.
Resulta que una ocasión cuando Katsuki hacia una de sus típicas rabietas, había utilizado su peculiaridad en contra de su propio padre.
Esto provocó que el miedo que ya de por sí tenía sobre su hijo, incrementará, pero por desgracia esa no fue la única vez que lo amenazó con usar su quirk en el.
Esto hizo que ya no ayudará más a Izuku se mantuviera al margen, no lastimo al pequeño peliverde de aquel entonces, pero tampoco ayudo.
Por lo que sabía Masaru era más dócil que el propio Izuku y eso era decir mucho.
Si bien escucho que en algún momento también trato de intimidar a su madre con su peculiaridad, esto le valió una paliza muy fuerte que le había roto la nariz y le dejo un ojo morado.
Luego de eso las cosas continuaron hasta el día que decidió saltar del edificio en dónde el símbolo de la paz había acabado de romper sus sueños de toda la vida.
Pero ahora estaba aquí en un nuevo mundo con una nueva vida, rodeado de personas que lo querían mucho.
Sintiendo movimiento a su lado derecho miro para encontrarse con la pequeña Eri acurrucada a su lado dormida.
Desde que llegaron a este lugar la pequeña no se ha separado de el o de su madre, su desconfianza y falta de conocimiento por todo lo que la rodeaba le decían a Izuku que no tuvo una infancia feliz como el.
Tomándose un último momento para reflexionar sobre su nueva vida, durmió junto a la pequeña.
A la mañana siguiente revisaron sus mochilas haciendo un poco de inventario sobre sus suministros restantes.
Resulta que los dioses no pueden controlar el como y el cuando reencarnarian las personas.
Podían aparecer con sus cuerpos en algún lugar del mundo de manera aleatoria, o renacer directamente en una familia nueva.
Pero el problema era que los dioses no sabían exactamente dónde acabarían por lo que prepararon un conjunto de cosas las cuales serían teletransportadas a su ubicación.
En su caso eran 8 mochilas y junto con las cosas había 4 notas, una era la explicación de que contenia cada mochila.
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