— Vamos — susurra él contra mis labios cuando el beso acaba —. Hablemos en otro lugar.

Aún estupefacta por su presencia aquí, lo sigo sin presentar reticencia alguna cuando él entrelaza sus dedos con los míos y me conduce entre la gente que continúa bailando en la pista de baile. Fugazmente, atisbo a ver a Brett junto a la barra hablando con una despampanante mujer de piel oscura mientras sus amigos comparten una ronda de chupitos, pero rápidamente me olvido de él cuando salimos al exterior e inspiro la agradable brisa nocturna.

— Remmes — pronuncio entonces su nombre completo, aunque hace mucho tiempo que solo lo llamo Rem —. No puedes ni imaginar lo mucho que me alegro de verte.

Mi confesión está cargada de una sinceridad genuina.

Conozco a muchos Devoradores de almas, pero de entre todos ellos, el único al que considero un verdadero amigo es él.

— El que me alegro soy yo, Silver. Lo último que escuché de ti fue que habías muerto a manos de los cazadores — me hace saber con la más absoluta tristeza inundando su mirada —. Me sentí devastado al pensar que no volvería a verte jamás.

Lo creo.

Incluso puedo imaginarlo derramando unas pocas lágrimas por mí. Hemos compartido mucho a través de los años. Yo también me ahogaré en la tristeza si un día escucho a cerca de su muerte.

Aun recuerdo aquel día que escogí morir de hambre, dejar que mi cuerpo se consumiera poco a poco y de forma dolorosa. Tenía el móvil en la mano y estuve dudando si llamar a Rem o no para despedirme. Al final, no fui capaz porque sabía que él haría todo lo necesario para hacerme desistir de mi idea, hasta incluso presentarse en persona en aquella isla paradisiaca.

— Morí — confieso —. Morí de verdad, pero por alguna extraña razón he vuelto a la vida en un cuerpo humano.

— Entonces, tu hermana lo ha conseguido — murmura él sorprendido e incrédulo a partes iguales.

Frunzo el ceño.

— ¿Qué?

— Tras tu muerte, Coraline juró vengarse de los cazadores que acabaron con tu vida, pero no solo eso, también proclamó que te traería de vuelta.

— ¿¡Qué!? — exclamo ahora más fuerte. Entonces, me fijo en la atención que estamos recibiendo de las pocas personas que se agolpan en la salida para fumar y bajo el volumen de mi voz mientras nos muevo a ambos hacia las sombras de la estrecha callejuela —. ¿Es eso siquiera posible? Tuve una bala de plata en el corazón, Rem. Pensaba que volver de eso era imposible para un Devorador de almas.

— Y lo es — asiente Rem —, pero desde tiempos inmemoriales existen rituales místicos para revivir a los muertos. En mi larga vida he contemplado a muchos necios tratando de usarlos y nunca los he visto triunfar, pero quizás tu hermana lo haya conseguido. Después de todo, estás aquí — puntualiza lo obvio señalándome con su mano —. Eres la prueba viviente de ello. Aunque no creo que las cosas hayan salido exactamente como tu hermana quería — añade mirándome de arriba a abajo.

— ¿Tú crees? — resoplo con ironía.

Dudo que mi hermana hubiese planeado traerme de vuelta en un cuerpo humano cuando se tomó tantas molestias para convertirme en una poderosa e inmortal Devoradora de almas la primera vez.

— Ya, bueno — murmura Rem encogiéndose de hombros —. Tal vez esta sea solo una de las fases y ahora que por fin tiene tu cuerpo original solo necesita traspasar tu alma...

El sonido de los acelerados latidos de mi corazón asciende hasta la base de mis oídos.

— Espera — lo detengo confusa —. Cora no tiene mi cuerpo.

Devoradora de almas | EN PAUSA |Where stories live. Discover now