20. Demasiado Yo

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Alba y Erika están hablando tranquilamente a mi lado, y aunque generalmente presto atención a las conversaciones, mi cabeza está en otro sitio

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Alba y Erika están hablando tranquilamente a mi lado, y aunque generalmente presto atención a las conversaciones, mi cabeza está en otro sitio. Después de una mañana de mierda con clases de mierda y profesores de mierda, estoy emocionada. Lando desembarcó en Londres a las una, y va a venir a recogerme al campus. Es decir, en breves momentos, me despediré de mis amigas y podré ver a mi novio.

Tal como me dijo, volvía el martes, o sea, hoy. Y me alegra saber que va a estar por aquí. Tengo esta semana y la que viene plagada de exámenes, pero paso, sinceramente. Lando me parece algo mucho más productivo ahora mismo. He terminado todos los trabajos grupales para que, si no hago algo o no estudio por estar con él, que no afecte a nadie aparte de mí.

Sé cómo suena eso de dejar los estudios de lado por un novio. Pero en mi defensa diré que, con novio o sin él, iba a pasar de la universidad de todos modos. Intento mantenerme motivada, pero sinceramente odio la carrera. Tengo claro que la voy a dejar, es algo que he consultado con la almohada un montón de veces ya. ¿Qué haré luego? No lo sé. De momento tengo un trabajo bien remunerado con el que me puedo pagar la residencia. Lo más difícil será darles la noticia a mis padres. Decirles que han malgastado su dinero en este primer cuatrimestre no les hará gracia. Pero espero que entiendan que no lo estoy pasando bien. Mi madre lo hará, estoy segura.

No sé qué haré con mi vida, pero no voy a agobiarme con eso. Tengo tiempo... ¿No?

- Allie, nosotras nos vamos a la residencia andando – me habla Erika, que intuirá que no las estaba escuchando.

- A mí me recoge mi novio – sonrío al decirlo, paladeando bien esas palabras. – Nos vemos, chao.

Les lanzo un beso y ellas hacen lo mismo, nuestros caminos bifurcándose. Ellas se alejan por la acera y yo camino en dirección contraria, por donde Lando me dijo que estaría aparcado. Estoy nerviosa. Tengo el corazón desbocado y una sensación extraña en el estómago. ¿Qué hago cuando lo vea? ¿Lo saludo con la mano y ya está? ¿Un abrazo? ¿Un pico? ¿O un beso algo más largo?

Me estoy estresando ya. Consigo decidir que voy a dejar la carrera pero no cómo saludar a mi novio. Cosas que sólo le pasan a Alaia Jackson.

Mis nervios aumentan cuando veo un lujoso McLaren aparcado a unos metros de mí. Este es negro, muy elegante, y contrasta con el resto de coches. Pero lo que más me gusta es ver al chico que hay apoyado en el costado del vehículo, esperándome.

¿Por qué tiene que ser tan guapo, maldita sea?

Agarro las asas de mi mochila, apretándolas en mis puños y, probablemente, haciéndome parecer una colegiala ansiosa, y camino los últimos pasos que nos separan. Me pregunto si cuando me vea pensará que hoy estoy guapa, o que le gusta mi ropa. Yo me veo igual que siempre, ¿estoy igual que siempre? ¿Le gusta cómo me veo siempre? Más nervios. Él está guapísimo. Su barbita oscurece un poco su barbilla y me río para mí. Va vestido cómodo, casual, como es normal en él. Perfecto.

Al Loco Del Que Me Enamoré // Lando NorrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora