17. Derecho de nacimiento (II)

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DERECHO DE NACIMIENTO

Parte II

Una vez creí que el amor debía ser rojo ardiente;

pero es dorado, como la luz del día.

Su presencia en la Sala de Logística fue un capricho, un impulso que no tuvo el poder de evitar.

En la apretada rutina de ambos no había espacio para un escape, pero Louis de alguna manera había conseguido desprenderse de su compañía y encerrarlos a ambos en la sala.

Había sucedido porque, al cruzarse ambos en uno de los corredores de la jardinería, la vibrante conexión entre ambos tiró de sus voluntades con urgencia. El desencadenante fue solo un gesto casual, algo que para terceros no era más que una cortesía.

Louis retornaba al Palacio luego de un recorrido por las obras en construcción y Harry se dirigía al templo para hablar con los sacerdotes sobre la presentación de Anne.

Iban en direcciones contrarias, pero sus miradas se encontraron a metros de distancia, ignorando el mundo que los rodeaba. Sin percatarse, los labios de Harry se estiraron en una sonrisa reservada, mientras que la de Louis era una insinuación sin decoro.

—Majestad —Lo saludó primero Harry e inclinó con elegancia su postura, demasiado consciente de quienes los rodeaban y la imagen que tenía el deber de mostrar.

—Alteza —respondió Louis, ampliando su sonrisa. Aunque no era necesario según el protocolo, también le rindió una inclinación de pleitesía a Harry. En aquel movimiento Harry pudo percibir con mayor claridad el aroma del príncipe y cada vello en su cuerpo se erizó ante el estímulo.

El pensamiento indecente de Louis estaba plasmado en la curva de su sonrisa, el brillo juguetón en sus ojos y el olor que emanaba su cuerpo. Sin vergüenza, sin importarle que estaban rodeados por el comité de ambos. Dos consejeras estaban con Louis, incluso el regente permanecía a su lado. Harry se sintió abochornado, incluso evitó observar a Cara a su costado.

—¿Puedo hacer algo por usted, mi príncipe? —Se encontró balbuceando, embelesado por el aroma del alfa, pero necesitando que la atención de todos se apartara del aroma que comenzaba a desprender la piel de Louis.

—Puede, alteza. —Asintió, ofreciéndole el brazo—. Acompáñeme un momento a mi Sala de Logística. Seré puntual y lo devolveré a sus deberes a tiempo. ¿Nos disculpan?

Nadie objetó al monarca y así, escoltado por su esposo, se vio encerrado en aquella sala familiar e íntima. Louis permaneció apoyado en la puerta, con los brazos cruzados tras la espalda.

—¿Es prudente que estemos aquí? —preguntó Harry, paseando alrededor de la mesa donde yacía el mapa de toda la civilización.

—¿Por qué no lo estaría? —rebatió el príncipe, inclinando el rostro a un lado—. Nos excusamos como era debido.

—Las consejeras estarán apenadas —comentó, sin despegar la mirada de Louis, que se apartó de la puerta y comenzó a andar hacia él.

—Pueden invertir su tiempo en otro compromiso. —Restó importancia Louis—. Cara sabe lo que deseabas hablar en el templo, seguramente ya está en ello. Es una mujer inteligente. Además, sólo ibas a curiosear, ¿no? Thomas está a cargo de la ceremonia.

Heredero » l.sWhere stories live. Discover now