Criaturas Hermosas

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El despertador comenzó a sonar, pero ella no lo escuchaba, y nunca lo haría luego de haberse quedado hasta tarde trabajando.

-Despierta, idiota, tu alarma suena en toda la casa.- Dijo su hermano de doce años, el cuál la miraba fastidiado por el ruidoso sonido que lo hizo levantarse de la cama e ir hasta el cuarto de su hermana mayor.

-¿Sabes? De vez en cuando me gustaría despertar con un buenos días.- Respondió ella con sus ojos irritados y cansados aún añorando el sueño.

-Cómo sea, apresúrate, papá dice que tienes trabajo.- El niño salió del cuarto azotando la puerta detrás de sí. 

Kaz se sentó en su cama y luego de desperezarse se levantó. Caminó hasta el baño y se dio una ducha rápida para arreglarse y salir. 
Su atuendo de siempre era cómodo, unos shorts negros, un crop top y unas botas. Sonrió a su reflejo y salió del cuarto para dirigirse al comedor dónde un delicioso desayuno la esperaba.

Su padre la miró unos segundos y luego regresó sus ojos al periódico, se perdió en la lectura, su pasatiempo favorito era enterarse de todo lo que pasaba en la ciudad oculta, tenía que saberlo todo con un trabajo como este.
Su hermano,  a su lado, comía cereales aún en pijama, tenía la mirada perdida, cómo si también se hubiera quedado despierto hasta tarde.
Su madre estaba bebiendo una taza de café sin azúcar, Kaz hizo una mueca, no porque odiara el café sin azúcar, sino porque su madre compraba el más insípido de todos.

-Apúrate, Kaz, tienes trabajo.- Dijo su padre sin mirarla.-Deja de vernos cómo si fuera la primera vez que nos ves.- Ella asintió ante lo que dijo su padre y se sentó junto a su familia mirando su desayuno: caviar con arroz.

-A veces me gustaría comer algo que no sean mariscos.- Comentó ella en voz baja mientras se sentaba.

-No seas dramática, querida, estás en pleno crecimiento.- Dijo su madre rodando los ojos y volviendo a clavar su mirada en el libro, su madre era muy rara, en vez de leer los libros le gustaba admirarlos, completamente cerrados; esto lo hacía durante días hasta que se aprendía cada peculiaridad que podría tener en el exterior, luego lo leía.

-Sólo digo que echo de menos el cereal de cada mañana.- Kazulu miraba con envidia a su hermano, el cuál comía su cereal ajeno a la conversación.

-A tu hermano aun le queda un año de niñez, tú ya debes comenzar a desarrollarte.- Recordó su padre debajo de sus tentáculos. 
Para su padre era muy importante la fuerza, por lo que obligaba a su hija a tener una dieta variada (si hablamos de mariscos) que cualquier pulpo del mar sólo podía soñar.

Una vez terminado el desayuno se lavó los dientes y se puso su sudadera lista para salir. 
-Padre, ¿Cuál es mi misión?- Preguntó ella con voz seria, profesional. 

-Para eso debes ver al cliente en persona, es el mismísimo concilio de jefes.- Dijo con una sonrisa orgulloso de que al fin, su primogénita, había sido solicitada para un trabajo más serio que encontrar animales perdidos o cobrar dinero.

Ella asintió y salió de la casa sin pronunciar otra palabra. Ahora estaba nerviosa, esta sería su primera misión seria.

Una vez llegando al concilio de jefes se aseguró de que los tentáculos en su cabeza estaban acomodados y lucieran presentables para algo como esto.

-Un placer, Kazulu Ridgeway, para servirles.- Luego de una leve reverencia de respeto que solo existe entre un cliente y un prestador de servicios, las cabezas hablaron.

-Necesitamos que recuperes algo que ha escapado de nosotros, es de suma importancia que lo consigas antes que el Barón Draxum.- Ella asintió, sus piernas temblaban ligeramente de la emoción y nervios. Esto era en serio.

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⏰ Last updated: Jan 26 ⏰

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