Capítulo 9

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Cuenta hasta diez

El pitido de mi alarma me despierta del profundo sueño en el que estaba, abro los ojos con dificultad y observo la hora, ya eran las 6:00 am, había dormido solo una hora, una puta hora.

Me siento en la cama y observo detenidamente al causante de mi desvelo. El cuadro que pasé toda la noche dibujando, anoche, creí que era solo un arranque de inspiración y que quedaría horrible, pero mirándolo bien ahora, creo que es genial.

Demasiado.

Pienso que podría hacerle perfectamente homenaje a la pintura de Victoria, lo titularé "el cielo salido de mi vientre, veinte años después", lo que más me asombra es que puedes reconocer a la persona dibujada en el cuadro con solo darle un vistazo, sus relucientes ojos celestes, su cabello azabache y sus característicos tatuajes en el cuello, ¿me pregunto cómo pude dibujar su rostro sin estarlo observando?

¿Será que le gusta?

Espero lavar mis manos por todo lo que dije ayer con esto. Es genial.

Me sentí muy mal por él, soy una persona que empatiza mucho, siempre me coloco en el lugar de los demás y, la verdad no imagino lo mal que lo debió parar Milo en su pasado. Que tu padre acabe con la vida de tu madre es horrible, pero lo es aún más que esté en la cárcel por algo que no hizo y que sepas que el verdadero asesino está suelto por ahí.

Cualquiera de los dos que sea su caso, es terrible y traumático.

Me voy al baño, me ducho, me visto con prisa y sin ánimos de arreglarme mucho cómo otros días, miro las llamativas ojeras que relucían en mi rostro y siento que las emociones me están superando.

—¿Qué te sucede? —le pregunto a mi reflejo—. Eres Astrid Sherman, tú puedes con esto y con mucho más, eres una guerrera y no puedes derrumbarte a la primera, ni Milo, ni Clayton, ni todo el instituto podrá contra eso —me doy ánimos a mí misma.

A veces de nada nos vale el apoyo o consejos de otros si no tenemos la voluntad suficiente para salir del bucle, en cambio, si nos mentalízanos a nosotros mismos, nada podrá contra eso.

Tu mente es el arma más fuerte y letal que tienes, deja de utilizarla en tu contra y serás indestructible.

Coloco corrector en mis ojeras, un poco de gloss en mis labios, cepillo mi cabello y salgo de la habitación.

A la mierda con la Astrid negativa, esa no soy yo.

Veo a mi amiga sentada en el sofá con su celular, le doy una sonrisa para que cambie esa cara seria que traía.

—¿Qué te sucede? —pregunto desde la cocina sirviéndome un poco de café.

—¿Qué te sucede a ti? Traes una sonrisa de oreja a oreja, si no fuera porque sé que estás de dieta, me atrevería a jurar que desayunaste confetis.

—Ja, ja —río con ironía— muy graciosa.

—¿A qué se debe tanta felicidad? ¿Te compraste un vibrador?

—No se debe a nada, simplemente decidí que nada ni nadie arruinaría mi día, llevo semanas pasándola mal, ayer por fin pude cerrar el capítulo de Clay e ignorando los demás inconvenientes, no quiero seguir viviendo un duelo.

—Eso es genial, espero que de verdad nada arruine tu actitud, me encanta verte así.

—¿Me vas a decir a que se debe tu mala cara? —me siento a su lado y le arrebato el teléfono de las manos.

—No quería decirte, pero no me dejas opción.

—¿Qué coño es esto? —pregunto con el ceño fruncido.

Tácticas para enamorar a Storm Where stories live. Discover now