Caminos Entrelazados

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—Yo... vine por cuenta propia. Necesitaba hablar con usted.

—Qué audaz. —Una sonrisa torcida se dibujó en su rostro—. Usar el nombre de una familia noble se considera un delito, o eres muy tonto o estás desesperado; creo que ambos.

Este mocoso... que pedante. Ya he lidiado con este tipo de actitud en el Clan Mamoru, jóvenes que se creían nobles y humillaban a los de menor rango, pero Chang Liu sí tenía razones para serlo, pertenece a una familia con gran poder y prestigio.

—Seré directo, no quiero hacerle perder su tiempo. ¿Usted conoce a una niña de nombre Rina? Es parte de la guardia del Clan.

—¿Rina Mamoru?... —se quedó pensativo por un momento. Luego mostró una actitud más hostil hacia mí—. Sí, ¿Por qué lo preguntas?

Al parecer hasta sabe que mi hermana fue nombrada como miembro oficial de los Mamoru, recibiendo así su apellido. Cuando lo descubrí pensé que esa fue la razón por la que Yurina Mamoru se quiso deshacer de mí al ser su hermano de origen humilde, pero hay algo más; estoy seguro.

—¡Dime todo lo que sepas de ella! —me emocioné y empecé a exigirle respuestas— ¿Sabes si le...?

—¡Espera! —me interrumpió y levantó su mano para que parara de hablar—. ¿Acaso eres Jiyuu, su hermano?

—Sí... lo soy. Necesito saber que le ocurrió; ella ni siquiera me recuerda.

—Tal vez te odia tanto que finge demencia, yo lo haría. No sabes lo sola que se sentía y lo mucho que quería que regresaras. Ahora es una Mamoru y tú eres un pasado que quizás ella quiera olvidar.

Después de todo Chang Liu y mi hermana eran cercanos, tal vez sepa algo sobre las niñas desaparecidas de Clan.

—Agh, que importa —continuó—. No tengo nada que ver con tu hermana. Dejé de verla hace mucho. Será mejor que te retires antes de que llame a los guardias.

Entonces no sirvió de nada, tendré que buscar otra forma.

—¡Espera! —me llamó antes de que me retirara— Acaso... ¿le ocurrió algo?

Al final, si estaba preocupado, me explicó cómo la conoció y se hicieron amigos. Dijo que solía hablar todo el tiempo sobre mi hasta que un día dejó de hacerlo, y ya casi no hablaba. Notó que la luz de sus ojos se apagaban poco a poco y solo pensó que tal vez perdió la esperanza de que su hermano volviera.

—No lo sé, igual todo me resultó muy extraño.

—Sabes nada sobre la muerte de las niñas del grupo especial de la Señora Mamoru.

—¿Qué?... —quedó atónito ante la noticia—. ¿Como?... No puede ser —hablaba consigo mismo—. ¿Rina, por qué no me dijiste nada?

Puso su mano en su rostro y agachó la cabeza, parecía muy afectado como si sintiera culpa. Luego me pidió ir conmigo para encontrarse con ella; y eso, era justo lo que necesitaba.

Escuché el grito de una mujer. Jung ya no estaba a mi lado y temía de que le fuesen a hacer daño. Nos apresuramos al lugar del escándalo; una de las criadas estaba tirada en el suelo aterrorizada mientras Jung destrozaba una canasta. De inmediato intuí lo que sucedía, el niño había olfateado los dulces de la cesta, y su comportamiento es el de una criatura salvaje. De inmediato fuí a socorrer a la criada. Habían otros sirvientes observando aquel incidente.

—No se asuste —le dije mientras la ayudaba para que mantuviese la calma. No estaba herida, solo tenía sus ropas un poco manchadas por la caída—. Él no tenía la intención de hacerle daño.

Por suerte no gritó más, se mantuvo en silencio y sacudió sus ropas; aunque seguía un poco aturdida.

—Ese niño... —Chang Liu se quedó observando— No es humano.

El Alma de Pandora - Ruta: Kai el cazadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora