☆CINCO☆

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Un mes después...

Kagome había despertado temprano y se encontraba en la cocina preparando el desayuno, después de haber pasado toda la noche en vela gracias al insaseable hombre que no la dejaba descansar como era debido, por lo menos había decidido alimentarse bien. Ese mes que habían compartido, poco y nada salían de la cabaña, Sesshomaru hacía las compras semanales en la cuidad y volvía enseguida junto a la chica que lo esperaba.

Con solo una camisa de su padre puesta, ya que éste odiaba el estilo de ropa que usaba, y prácticamente le había prohibido vestirse en la casa, sintió un aire a sus espaldas que le levantó la prenda por encima de sus glúteos.
Cuando giró se encontró con la miraba filosa del ladrón de su sueño.

-Buenos dias- le dijo sonriente.

-Buenos días. Estoy preparando algo para comer- respondió enseguida.

-¿Sabes? No eres mi mucama, vé al sofá y yo terminaré por ti- se ofreció Sesshomaru, al ver que la chica estaba todo el tiempo al pendiente de cosas así.

Era muy ordenada y estructurada, cuando no estaban follando ella simplemente limpiaba o cocinaba. También leía mucho, y al no tener televisión, los libros que él le conseguía prácticamente los devoraba en un día.

-No..no. Yo puedo..es mi deber..- titubeó al seguir aquella conversación incómoda.

-¿Tú deber?- cuestionó él,  confundido.

-Bueno, no lo sé.  Se supone que una mujer haga esto..yo..no se bien que clase de relación es esta, pero..- Kagome dudaba mucho si seguir con la plática.

-Kagome, sé más clara. ¿Quieres que ponga una etiqueta a esto?- y con su dedo la señalaba a ella y luego a él.

-Mira, no se que es esto, pero no es normal ni sano. Se supone que eres mi hija ¿no?. Debo admitir que tengo mis dudas sobre eso, pero si no nos une un lazo sanguíneo, pronto tu madre te llevará con ella, así que no es necesario poner un título a esta relación, es más, creo que deberíamos parar aquí mismo.- durante el argumento,  Sesshomaru se dió cuenta de cuánto se había encariñado con aquella niña, y dejarla ilusionarse iba a ser doloroso para ella... y para él también.

Kagome no respondía. Aquello le había caído como un frío balde de agua encima. Él rascó su cabeza y se excusó para no verla llorar.

-Debo hacer unos arreglos en la huerta, avísame cuando termines la comida- mintió.

Ella asintió pero quedó en el mismo lugar que antes.
Por su cabeza pasaban mil cosas, sobre todo las veces que él la había tomado, con cariño, con necesidad y algunas otras con violencia. Pero como fuese, ella creyó que después de todo eso, tendría una oportunidad con el hombre que sintió amar casi enseguida de conocerlo.
En un arrebato fue al dormitorio, tomó su mochila y se cambió rápidamente para abandonar aquella cabaña y dejar todo atrás. Cuando llegara a la cuidad llamaría a su madre, se iría y aceptaría lo que ella dispusiera para su futuro.
Con el corazón roto se marchó sin avisar.

Después de caminar casi dos horas bajo el sol, llegó a la pequeña cuidad que aún no conocía. Lo primero que divisó fue el bar en el que Sesshomaru había sido un cliente asiduo.
Ingresó y pidió amablemente una llamada telefónica, pero mientras esperaba que accedieran una voz a sus espaldas le llamó su atención.

-Que bonita y joven eres-

La mujer que estaba atrás de ella, la observaba de manera extraña y detallada.

-Gra..gracias señora- respondió.

-No eres de por aquí ¿cierto?- le preguntó.

-No..-

Mía (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora