Megumi siempre ha sido un enigma para Itadori y Nobara, tomando en cuenta lo reservado que es en ocasiones con respecto a su relación con Gojo Satoru.
Más todo eso cambia, en el instante que entran a la habitación del pelinegro, descubriendo cosas q...
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
|¿Por qué lloras...?|
Satoru contemplaba como Megumi corría hacia la habitación de su madre, cargando aquel peluche de lobo que siempre llevaba consigo, mientras su mirada azulina reflejaba la preocupación al escuchar a su progenitora gemir y llorar de dolor.
La figura de Mizuki se podía observar a través del papel de la puerta corrediza, siendo que algunas sirvientas estaban tratando de detenerla pidiéndole que dejara de aventar cosas porque su hijo la esperaba.
El pelinegro apretó el peluche, agachando la mirada cuando su madre grito. — ¡No lo quiero aquí!
El menor contenía sus lagrimas, sin comprender del todo porque su madre, aquella mujer tan alegre que siempre lo recibía con sus brazos abiertos, ahora llevaba varios días encerrada en su habitación causando un gran alboroto cuando lo veía.
Así que, el albino se acerco hasta donde estaba su sobrino y quiso darle una suave palmadita en la cabeza, despeinar aquellos cabellos negros que heredo de su otro progenitor, pero se detuvo en el instante que casi lo toca.
Su memoria lo llevo al momento que su técnica [Imaginaria: Púrpura]Kyoshiki: Murasaki logro impactar contra una gran parte del torso de aquel sujeto que mato a Amanai.
Ver la sangre en su mano, el rostro tan calmado del hombre, quien llevo su única mano a esa zona para confirmar que estaba muriendo... y la expresión que puso al final, diciéndole algo que jamás en todas sus pesadillas podría querer oír, pero lo hizo.
— Tengo una esposa y un hijo... el niño dentro de un par de años será vendido al clan Zenin... —El hombre llevo su mano hasta su clavícula, rozando un objeto por debajo de la tela de su camisa oscura. — Has lo que quieras con eso...
Tuvo curiosidad por saber que era lo que el hombre moribundo estaba acariciando con tanta paz y, en el instante que se aseguro que su corazón se detuvo, lo dejo caer en el suelo y saco aquella cosa que estaba debajo de su camisa.
Grande fue su terror cuando vio que era una cadena de plata con un anillo muy idéntico al de su hermana, junto a un relicario que abrió con algo de temor.
Tuvo que cubrirse la boca para aguantar la arcada que le llego cuando vio la imagen de su hermana junto a un pequeño recién nacido en el otro lado; un relicario que iba a juego con el de la albina, que siempre le decía que en el suyo siempre llevaba la imagen de Megumi y su esposo.
¿Por qué de todas las personas...?
Sonrió con algo de tristeza, tomando entre sus brazos al pequeño en el instante que escucho a su hermana gritar con dolor, dejando que apoyara su cabeza contra su hombro mientras lo alejaba de esa área.
