Perdón por errores ortográficos.
Hace dos años.
Quien nos ve diría que estamos bien borrachas con Maya, pero no, estamos fingiendo estar borrachas.
Nos movemos al ritmo de la música con la intensión de llamar la atención de los guardaespaldas de Lefrave. Maya y yo sentimos sus miradas en nosotras y seguimos moviéndonos. A lo largo distingo a Alexander coqueteando con Bastian. Desearia poder grabarlo.
De un momento a otro siento a alguien bailar atrás de mí. De reojo confirmo si es el guardaespaldas o no. Sonrió al verlo y sonrió a un más al ver al otro atrás de Maya. Caerón en la trampa los tortolitos.
Me giro y pongo mis manos alrededor de su cuello.
—¿Me harás compañía hoy? me siento sola. —le digo antes de reírme con coquetería
Pone sus manos en mi cintura y se ríe. —Eres mía durante toda la noche hermosa.
—Salgamos de aquí. ¿Quieres? —le grito por la música tan alta. La lujuria del idiota no lo deja ver que justo cuando lo saco del bar, Maya está sacando a su colega y Alex a su jefe.
Salgo tambaleándome y riéndome—Mira, ahí está mi amiga —le digo con mi mejor voz de borracha. —Y está con tu amigo.
—¿Y si nos ahorramos el dinero de las dos habitaciones y compartimos? No me molesta compartir. —se ríe, el idiota ya se imaginó haciendo un trío con ambas.
—Maddie, mi amigo quiere compartir. ¿Quieres compartir tú? —detiene los besos con el otro guardaespaldas.
—Cuanto más mejor, ¿no? —se ríe. Caminamos un par de cuadras más donde fingimos con Maya qué no podemos quitarles las manos de encima a nuestras pobres víctimas.
—Es hora le digo —borrando todo rastro de mi papel. Maya pierde el suyo, los guardaespaldas quienes no están borracho intentan sacar sus armas al ver que algo anda mal, pero no les damos oportunidad de defenderse cuando al unisón les pasamos una cuchilla por la carótida. La sangre salpica y hace un desastre en el suelo, esperamos lo suficiente para estar seguras de que morirán.
Cuando eso sucede, Maya emboza una sonrisa junto a mí. —Somos un dúo de preciosidades asesinas fantásticas. —me rio de su comentario.
—Sí que lo somos. —le respondo mientras miro directamente a los ojos del hombre que da su último aliento de vida. A mi mente solo viene uno al que quiero ver haciendo lo mismo.
—Em ¿Qué vas a hacer en las próximas horas de la noche? No nos toca sacarle la información a Bastian, tenemos libre la noche, nosotras y el jefe. Si no estas ocupada podemos ver una serie y comer comida chatarra —propone.
—Lo siento Maya, pero tengo planes —me ve en estado de Shock.
—¡CARAJO! —Grita.
—¿Qué?
—Entonces Alexander tenía razón, tú y el jefe tiene algo. —Grita otra vez y yo no sé ni qué cara poner —Ya que tienen sexo, ¿podrías pedirle que nos dé más noches libres? —pide.
—¿No te molesta?
—¿El qué?
—Qué Clyde y yo tengamos algo. Es nuestro jefe.
—Emily, no, lo que tú hagas fuera del trabajo no es asunto mío. Aparte se ven bien juntos y recientemente el jefe anda más alegre, razón por la cual no nos regaña por todo. Así que sigue haciendo lo que sea que haces en su casa. —me guiña un ojo y me toma del brazo, caminamos así hasta la camioneta que está en el punto de encuentro.
—Cuéntame sobre tu relación, ¿Cuándo empezó? ¿Cómo empezó? ¿Quién dijo las palabras mágicas? ¡Dime todo! —dice y empiezo a hablar con confianza, porque si hay alguien en quien puedo confiar, es en Maya. Ella es medio loca, pero nunca me daría la espalda.
—Valla, al fin llegaron —dice Alexander limpiándose la cara con una toalla desinfectante.
—¿Qué te paso, te metió la lengua hasta la garganta? —nos burlamos con Maya.
—¿Hasta la garganta? Na, fue hasta el estómago, es un intenso. —se ríe.
—Disfrute noqueándole después de que me manoseo más que frutas de mercado. —dice Alex y nos subimos a la camioneta donde ya hace inconsciente la basura esa.
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Antes de ir donde Clyde paso por mi casa por unas mudadas de ropa tal y como sugirió él. Al llegar donde Clyde, tocó la puerta, la puerta es abierta por el idiota vestido como si él hubiera cocinado.
—Cariño has arruinado mi sorpresa, planeaba hacerte creer que yo cocine, pero llegas demasiado temprano, no me diste tiempo para desaparecer las bolsas de donde compre la comida. —me dice indignado.
Con cuidado de no ensuciar mi abrigo me ayuda a quitármelo. Lo cuelga y me quita de la mano el bolso donde viene mi ropa.
—Clyde iluso, de igual manera no te creería que cocinaste, el tiempo no te sería suficiente para preparar mi comida favorita tontito. —le digo altiva.
Regresa ya sin el delantal y mi bolso. —Por eso te amo, tu astucia es tanta, que sorprenderte es difícil, y eso hace que cada día me esfuerce más por hacerte feliz. —dice antes de besarme.
—Ya que me cachaste fingiendo cocinar, no tengo más remedio que abrir esta botella a medio de perdón —exclama mientras me la pasa.
—Hace unos meses anduve por ahí, y la vi en una licorería, cuando entre, este vino resaltó entre todos, y me hizo pensar en lo mucho que te gustaría. —me dice y sonrio como estúpida.
—Te ves sexy con delantal —le digo y sonríe.
—Yo me veo comible con todo Em —me dice el muy humilde.
—Qué no se te suba el ego, pero es cierto —le confirmo.
—¿Tienes hambre? —cuestiona.
—Por supuesto.
La cena transcurre tranquila, el vino está muy bueno, demasiado bueno. Juntos miramos una película acurrucados en el mueble de su sala.
—Van a añadir a una nueva agente al equipo. Su nombre aun es desconocidos para mi—dice de la nada Clyde.
—¿A qué viene esto?—lo cuestionó.
—No creo que esté capacitada para el trabajo. Considero que estaría mejor en otro equipo.
—Ella tendría que acabar con el próximo objetivo para comprobar sus habilidades, pero no será así.
—¿Por?
—Emily, Ian Doyle será nuestro próximo caso, la agencia cree que ya saco toda la información posible de él, que ya no sirve como informante, así que tenemos que eliminarlo. —me quedo en silencio por un segundo, hace tiempo que quiero matar a ese bastardo, pero para mi mala suerte la información que podía brindar era demasiado buena, como para matarlo.
Así que la CIA le ofreció un trato, pero hace unas semanas empezó a correr un rumor de que él había matado a varias personas en su arrogancia por tener inmunidad por parte de la agencia. Se está volviendo un cabo suelto, y hay que detenerlo.
—¿Esta chica lo va a matar?—cuestiono molesta. No quiero que ella lo haga, quiero hacerlo yo.
—Ya te dije que no, he arreglado que tú lo hagas. —dice y una gran sonrisa se forma en mi rostro.
—Eres increíble. —Le digo mientras me siento a horcajadas sobre su regazo. Tomo su cabeza y la acerco a la mía, lo beso apasionadamente. Corta nuestro beso.
—Tendrás tu venganza al fin Emily. —me dice y sonrio.
—Y eso será gracias a ti y tu abuso de autoridad para concederme mis deseos.
—Te amo Clyde.